miércoles, 18 de julio de 2012

El jardín prohibido (ISMAEL SERRANO)

En cierto modo era un declaración de guerra. Quizá por eso aplaudían con fervor las palabras de su líder proclamando el mayor y más terrible ajuste llevado a cabo en la democracia. En el delirio de los vítores una diputada gritaba “¡Qué se jodan!”, resumiendo en pocas palabras el programa oculto del partido en el poder.

Luego pidió perdón. Como lo hizo el rey. Aquí ya no existen las responsabilidades políticas. Basta con pedir perdón y ya está. Lo mismo podrá hacer Rajoy cuando le pidan cuentas por haber incumplido uno por uno cada punto de su programa electoral. Pedirá perdón, como el amante de la canción “El jardín prohibido” de Sandro Giacobbe. 

Siempre me fascinó esta canción tan entrañable como horrible. El tipo se acerca a la amada y le dice: 
Esta tarde vengo triste y tengo que decirte que tu mejor amiga ha estado entre mis brazos.
Además el tipo se regodea y le dice a la engañada que mientras se lo montaba con la amiga pensaba en ella (mis ojos decían cansados que eras tú, que eras tú)
Para rematarlo, en el estribillo, en un ejercicio de cinismo y recochineo maravilloso, el hombre, atormentado todo hay que decirlo, canta: lo siento mucho la vida es así; no la he inventado yo.
Aquello era tan inevitable como los recortes del gobierno, nada podemos hacer contra la naturaleza de los mercados así como con la de los amantes que se sienten atraídos por las amigas de la novia.

El rey en un acto de entrega que nos conmueve hasta el alma dice en los periódicos: según mi médico otro estaría de baja; yo tengo que currar. Y en la foto sale en un avión el rey a cuerpo de ídem camino a Rusia para abrir mercado a las empresas españolas. Yo creo que tamaño abuso no se puede consentir. ¿No sería recomendable que le dieran la baja? Digo yo: permanente. En otro artículo leo, y en este momento a este que les escribe se le llenan los ojos de lágrimas, que al Rey se le baja el sueldo un 7%. Reconozocámoslo: son unos cachondos.

Montoro afirma en el congreso: “Si no sube la recaudación está en riesgo el pago de las nóminas”. No hay dinero, repite una y otra vez. Y lo dice después de haber ayudado a la banca e intercedido a favor de que a través de fondos europeos se inyecten en ella cifras millonarias y obscenas. ¿Por qué un banco no puede caer y sí la Sanidad Pública, la Educación Pública, las nóminas de los funcionarios? ¿Por qué nos parece inadmisible la regularización del sistema financiero, la exigencia de responsabilidades políticas y penales para aquellos ejecutivos y políticos que nos llevaron al desastre y sí tenemos que tragar con recortes claramente injustos y que además alargarán la recesión indefinidamente? 
Al poco de haber anunciado la batería de ajustes entre aplausos y vivas a la madre que los parió doña Lagarde dijo que quería más, que todo recorte es poco, que se acometieran más y rapidito, que tenía hora para la cama UVA y que no está el horno para bollos.
A lo que el gobierno de España, un gobierno que en una rueda de prensa inaudita llegó a confirmar su incapacidad para tomar decisiones (no tenemos alternativa, dijo, que es lo que precisamente se le exige a un político), respondió con un atenta la compañía en posición de firmes.
Volverán las elecciones y el trámite de promesas y guirnaldas. Entonces como Sandro Giacobbe el político de turno nos mirará a los ojos y nos dirá con cara de consternación:
Mi cuerpo fue gozo
durante un minuto,
mi mente lloraba tu ausencia.

No lo volveré a hacer más.
No lo volveré a hacer más.

No olvidemos. Seguramente la novia despechada del “El jardín prohibido” tampoco lo haría.

Por qué gran parte de la socialdemocracia (y partidos verdes) europea están equivocados (VICENÇ NAVARRO)

Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario PÚBLICO, 19 de julio de 2012

Este artículo critica la aceptación de gran parte de los partidos socialdemócratas y de los partidos verdes de la Unión Europea del Pacto Fiscal y de las políticas del Pacto de Estabilidad en momentos de gran recesión. El artículo señala que tales políticas están condenando a las economías de los países periféricos de la Eurozona a una continua recesión que no podrá resolverse a través de las políticas de crecimiento que se están aprobando y que son, a todas luces, insuficientes.

Alemania ocupa el centro de la economía de la Eurozona, y de ahí la importancia de lo que ocurre en aquel país. En varios artículos he mostrado como las políticas neoliberales promovidas en la Eurozona y en la Unión Europea por el gobierno de la canciller Angela Merkel están dañando considerablemente el bienestar y calidad de vida de las clases populares de la Eurozona (y muy en particular de sus países periféricos), incluyendo, por cierto, las clases populares de Alemania. La reducción de los déficits y de la deuda pública (para respetar el Pacto de Estabilidad que obliga a los Estados a tener un déficit público inferior a un 3% del PIB y una deuda pública por debajo del 60% del PIB) en momentos de recesión asume que ésta, la recesión, viene causada por no haber respetado tal Pacto de Estabilidad. Se asume en esta postura que los países en dificultades tienen un gasto público excesivo, cuando en realidad, los países que hoy se encuentran en una situación económica más vulnerable, como son los países periféricos de la Eurozona tienen un gasto público por habitante muy inferior al promedio de los países de la Eurozona. Todos estos países periféricos tienen un Estado pobre, financiado regresivamente, con escasa sensibilidad social y poco desarrollado (como lo muestra el bajo porcentaje de su población adulta que trabaja en los servicios públicos como sanidad, educación, servicios sociales, escuelas de infancia –mal llamadas guarderías- servicios domiciliarios a las personas con dependencias, y un largo etcétera).
Esta situación empeorará todavía más cuando la propuesta de Pacto Fiscal (que obliga a los Estados a tener un déficit público prácticamente cero) se apruebe por todos los Estados miembros de la Unión Europea, tal como está exigiendo el gobierno Merkel. El argumento que sustenta la necesidad de este Pacto es que los Estados de la Unión Europea –como ocurre con los Estados de EEUU-, deben tener una disciplina fiscal, que evite la europeización de la deuda de cada Estado (los famosos eurobonos), pues, de no ser así, los países considerados excesivamente laxos en sus políticas presupuestarias –como se asume son los países periféricos citados anteriormente- requerirían subsidios y ayudas constantes que tendrían que ser financiados por los países más disciplinados, como se asume es Alemania. En palabras del Ministro de Finanzas alemán Wolfgang Schäuble, la solidaridad –que él llama “extrema”- es ineficiente para todo el sistema.
A esta argumentación se añade otra que considera que tal austeridad fiscal –que exige el Pacto Fiscal- es necesaria para alcanzar lo que el gobierno Merkel llama la Europa política, es decir, el desarrollo de unas instituciones europeas que gobiernen la Eurozona y la Unión Europea. La unidad política –poco desarrollada en la UE- exige una política fiscal disciplinada que no permita “abusos” de solidaridad interestatal.
Este argumento se presenta en algunos círculos como un debate entre la idea federal, supuestamente (y erróneamente) atribuida al gobierno Merkel y un nacionalismo continuado, todavía existente en la postura francesa. Ello explica la situación paradójica de que algunos socialistas españoles han declarado su apoyo a las posturas del gobierno Merkel, de las que, por cierto, se están derivando políticas públicas que están dañando enormemente a las clases populares españolas.
Todos estos argumentos tienen errores conceptuales graves. En primer lugar, tanto el establishment financiero como el establishment exportador alemanes han sido los poderes fácticos dentro de la Eurozona que más se han beneficiado de la creación del euro y de la existencia de la enorme crisis de los países periféricos, incluyendo de la mal llamada “crisis de la deuda pública”. La gran banca alemana está experimentando enormes beneficios, aprovechándose del flujo de capitales de la periferia al centro.  Y los bonos públicos del Estado alemán son hoy los más seguros en el mundo (como lo son los bonos públicos del Estado de EEUU). Por extraño que parezca, hoy los Estados periféricos están subsidiando al Estado alemán, no al revés, como el gobierno Merkel y los medios de comunicación y persuasión alemanes están acentuando. La imagen que tales medios alemanes están promoviendo es la de que el ciudadano alemán está subsidiando al trabajador sobreprotegido y vago griego (o español). Tal imagen no se corresponde con la realidad. El trabajador griego (y español) trabaja más horas que el trabajador alemán, y el sistema de protección social alemán está más desarrollado y mejor financiado que el sistema de protección social griego (y español).
El otro gran error en estos argumentos es ignorar o desconocer la historia de los Estados federales, incluyendo el de EEUU (al cual muchos federalistas europeos hacen referencia). Lo que el gobierno Merkel está proponiendo es semejante al establecimiento de unos EEUU en la UE, comenzando por el tejado en lugar de hacerlo por los cimientos. Exigir a los Estados un déficit cero sin que exista un gobierno federal con un Banco Central que proteja a los Estados frente a la especulación de los mercados financieros y sin un gobierno federal que ayude a los Estados distribuyendo recursos dentro del país, es condenar a los Estados a una situación imposible, como están viviendo ahora. Lo lógico y lo que la historia muestra es que la estructura federal se establece antes (los cimientos), y luego se exige la disciplina fiscal. Exigir lo contrario es imposibilitar que los Estados salgan de su crisis, beneficiando al centro a costa de la periferia, que es lo que está ocurriendo.

El apoyo de partidos socialdemócratas y verdes al Pacto Fiscal

Es sorprendente que los partidos socialdemócratas y los partidos verdes, tanto en Alemania como en otros países de la Eurozona, hayan aprobado el Pacto Fiscal y acepten llevar a cabo las instrucciones del Pacto de Estabilidad en momentos de crisis. Intentar paliar el impacto devastador del Pacto Fiscal y del Pacto de Estabilidad con un Pacto de Crecimiento es intentar ocultar este enorme daño. El Pacto de Crecimiento (que baraja unas cifras muy insuficientes, el 1% del PIB de la Eurozona) no compensará ni  el Pacto Fiscal ni el Pacto de Estabilidad (la cantidad que le correspondería a España es una cantidad claramente insuficiente: 10.000 millones de euros). La reducción de fondos que estos Pactos exigen es muchas veces superior al minúsculo añadido de recursos que se propone en el Pacto de Crecimiento.
Particularmente lamentable es el apoyo de los partidos socialdemócratas y verdes alemanes al Pacto Fiscal, lo cual han hecho con fines electoralistas, consecuencia de la campaña exitosa de los medios alemanes, de presentar un hartazgo del pueblo alemán en su supuesta ayuda a los posibles vagos y excesivamente protegidos de la periferia. Ahora bien, como ha señalado la Izquierda alemana –Die Linke- tal promoción de un nacionalismo alemán ¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬chauvinista ignora que la clase trabajadora alemana ha sido una víctima de las políticas de austeridad llevadas a cabo por el gobierno Merkel, e iniciadas por la coalición socialdemócrata-verde que gobernó antes que la Sra. Merkel. Die Linke sostiene, con razón, que un trabajador alemán tiene más en común con el trabajador griego o español que con el establishment bancario y/o exportador de Alemania. Si los salarios alemanes hubieran subido al nivel que les correspondía por su productividad, tal como había propuesto en su día su Ministro de Finanzas, Oskar Lafontaine, la demanda doméstica alemana hubiera crecido estimulando su economía y, con ello, la economía europea. El canciller Schröder, sin embargo, no aceptó esa medida y cuando gobernó Alemania llevó a cabo, en su lugar, sus reformas neoliberales, incluyendo las políticas de austeridad que, continuadas por Merkel, nos están llevando al desastre. (Gerard Schröder es hoy uno de los gestores mejor pagados en Alemania en el sector exportador). De ahí que se requiera una movilización de las bases de aquellos partidos en contra de sus equipos de dirección cómplices de unas políticas públicas que están dañando a sus electorados tradicionales.