Artículo publicado por Vicenç Navarro en la revista digital SISTEMA, 8 de noviembre de 2012
El artículo critica cómo la
construcción del sistema de gobernanza de la Eurozona se está realizado a
espaldas de las instituciones representativas tanto nacionales como
europeas, señalando que el Parlamento Europeo no ha tenido ninguna
influencia (ni tampoco se le ha consultado) en la configuración del
sistema financiero europeo. Esta construcción antidemocrática alcanza su
máxima expresión en las últimas propuestas realizadas por el gobierno
alemán.
Existe la percepción generalizada de
que las crisis económica y financiera en la Unión Europea (UE) en
general, y en la Eurozona en particular, están mostrando la necesidad de
“tener más Europa”, expresión ampliamente utilizada en círculos
políticos y mediáticos de distinta sensibilidad política para definir la
necesidad de establecer un sistema federal en la UE que tendría ciertas
semejanzas con el gobierno federal de Estados Unidos (EEUU). La
canciller alemana, la Sra. Merkel, reacia a tal posibilidad en el
pasado, ha evolucionado y está tomando el liderazgo para establecer un
gobierno europeo que tenga un carácter federal.
Consecuencia de esta
postura es que el gobierno Merkel ha presionado intensamente para que
los Estados miembros de la UE aprueben en sus Constituciones el Pacto
Fiscal (conocido formalmente como el Tratado de Estabilidad,
Coordinación y Gobernanza en la Unión Económica y Monetaria) según el
cual los Estados no podrían tener un déficit estructural superior a un
0,5% de su PIB. El Pacto de Estabilidad y Crecimiento insta a los
Estados a tener un déficit público menor a un 3% del PIB. Tal Pacto
Fiscal va más allá y es un enorme, repito, enorme, ataque al sector
público de cualquier Estado y, muy en particular, a su Estado del
Bienestar y condena a España a estar para siempre a la cola de la UE-15
en su gasto público social. La absurdidad de tal Pacto (y no hay otra
manera de definirlo) es semejante a que se prohibiera a las familias que
se endeudaran. Ruego al lector que considere cómo sería su futuro si no
pudiera endeudarse para hacer inversiones en su quehacer familiar a fin
de mejorar el bienestar de su familia. ¿Cómo podrá comprarse una casa, o
un coche, o pagar los estudios de sus hijos?
A fin de justificar
dicha medida, portavoces del Estado alemán han indicado que los Estados
de EEUU tienen ya tal mandato, lo cual no es cierto. Los Estados de EEUU
deben tener un presupuesto equilibrado, pero tal presupuesto no incluye
inversiones y, además, cada Estado tiene un Estado federal (que
controla el 20% del PIB) que le apoya. Los Estados de la Eurozona no
tienen tal apoyo y soporte. Antes al contrario, las instituciones
existentes a nivel federal, como el Banco Central Europeo (BCE), les
dificultan la obtención de crédito, al no proteger a los Estados frente a
la especulación de los mercados financieros.
Pero, por si no fuera
poco, ahora la canciller Merkel ha propuesto una autoridad financiera
que actuaría como máxima autoridad para aprobar los presupuestos de los
Estados, teniendo plena capacidad de veto, para asegurarse de su
rectitud fiscal. Tal autoridad sería parte de la Comisión Europea y como
tal no tendría ninguna responsabilidad de cara al Parlamento Europeo.
En realidad, tal Parlamento no ha intervenido para nada (repito, para
nada) en todas las decisiones que se han tomado en la Eurozona
referentes al establecimiento de las instituciones que gobernarían las
políticas monetarias y fiscales de la UE.
La canciller Merkel
está así proponiendo, no una estructura federal, sino una dictadura
(como bien la define John Weeks en su artículo “A modest Proposal from
Berlin: End Democracy in the European Union”) en la que se establecería
una estructura que ella define como tecnócrata, pero que, como todos los
mal llamados tecnócratas, estaría compuesta por banqueros y personas
afines a la banca. Sería impensable que, en EEUU, el gobierno federal
tuviera que aprobar el presupuesto de sus Estados.
Que la canciller
alemana esté haciendo estas propuestas es un indicador del extremo al
que se ha llegado en Europa, donde la democracia ni está ni se la
espera. La pérdida de soberanía es ya total. ¿Es esto lo que se desea?
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