Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario PÚBLICO, 5 de julio de 2012
Este
artículo critica muchas de las aseveraciones que se están haciendo en
los fórums financieros y económicos del país y que se reproducen en la
mayoría de medios que señalan que el euro está en crisis como resultado
de los comportamientos irresponsables de los países periféricos de la
Eurozona. El artículo cuestiona tales supuestos señalando que el euro no
está en crisis y que habrá euro para mucho tiempo puesto que su
existencia ha beneficiado primordialmente al capital financiero alemán
que tiene enrome influencia en el Banco Central Europeo y en la Comisión
Europea.
Se está promoviendo en los medios de
mayor difusión del país el mensaje que los países de la periferia de la
Eurozona, Portugal, Irlanda, Grecia y España, (llamados PIGS, ahora
conocidos, al añadirse Italia, como GIPSI) tienen que hacer grandes
sacrificios a fin de garantizar la existencia del euro, el cual se
presenta como en peligro de desaparecer. Aparecen impactantes titulares
en tales medios que señalan la cercana muerte del euro o que la última
reunión del Consejo Europeo salvó al euro (implicando que de no tomarse
las decisiones que se tomaron, el euro habría desaparecido). Existen
variaciones de este mensaje. Una de ellas es la que afirma que, para
salvar al euro, Alemania tendrá que presionar para que se expulse a
Grecia. O al revés, se afirma que Alemania, cansada de ayudar a los
países periféricos, saldrá del euro y recuperará su propia moneda, el
marco, matando así al euro.
El euro, sin embargo,
nunca ha estado en peligro de desaparecer, y continúa con buena salud,
sin ningún peligro de fallecer. Veamos los datos. Cuando fue
establecido, un euro valía un dólar. Hoy el euro está sobrevalorado,
siendo su valor monetario superior al del dólar. El hecho de que haya
bajado algo durante estos últimos tres años no quiere decir que esté
desapareciendo. En realidad, no les iría mal a los sectores exportadores
que hoy están teniendo dificultades, que el euro bajara más. Las
exageraciones (parte del lenguaje sensacionalista que caracteriza a la
mayoría de los medios) que acentúan que el euro está en peligro de
desaparecer no tienen ninguna base real. Miren la evolución del precio
del euro en los últimos cuatro años y lo verán. El euro no está en
peligro. Ahora bien, les aseguro que este mensaje de que el euro está en
peligro continuará promoviéndose, pues tiene como objetivo promover un
miedo que haga más fácil aceptar las medidas altamente impopulares que
se están imponiendo a la población.
Otra aseveración que
carece de credibilidad es que puede llegar un momento en que Alemania
presione para que se expulse a Grecia. Lo último que el capital
financiero alemán desea, es que este país deje el euro, por la sencilla
razón de que el impacto contaminante que tal salida tendría en los
países GIPSI sería devastador para el sistema financiero alemán. La
banca alemana tiene invertido, por ejemplo, en España, 146.000 millones
de euros, y en Italia 134.000 millones. La salida de cualquiera de estos
países GIPSI del euro afectaría muy negativamente el pago de tal deuda a
Alemania y la banca alemana y su gobierno son plenamente conscientes de
ello. En realidad, es sorprendente que los gobiernos de estos países
periféricos no hayan utilizado la amenaza de salirse del euro como
medida negociadora con el gobierno Merkel. Sea como sea, pueden estar
seguros que para bien o para mal (según usted valore los beneficios o
perjuicios que el euro haya tenido) ningún país será expulsado del euro.
Alemania es el país de la Eurozona que se ha beneficiado más de la existencia del euro
Pero lo que hace incluso
más inverosímil la observación de que Alemania deje el euro es que este
país, es el que más se ha beneficiado de la existencia del euro,
beneficio que se ha centrado primordialmente en su banca y en su sector
exportador. Como reconoció el dirigente socialdemócrata alemán, el Sr.
Sigmar Gabriel, en su crítica al comportamiento del gobierno Merkel,
Alemania, desde que se estableció el euro, ha ganado la friolera
cantidad de 556.000 millones de euros más de lo que se ha gastado en lo
que se conoce como “ayuda financiera”. En realidad, Alemania no ha
gastado en este último capítulo, “ayuda financiera”, lo que le
correspondería por el nivel de riqueza que tiene. Paga incluso menos,
proporcionalmente, de lo que paga España. Alemania da un porcentaje a
los fondos de rescate financiero MEDE menor que España (un 27% versus un
29.8%).
Esta percepción de
Alemania como la gran pagadora de los gastos de ayuda (promoviendo un
“victimismo” muy rentable políticamente en su propio país) no se
corresponde con la realidad. Toda la evidencia científica muestra que
Alemania es el país más beneficiado por la existencia del euro. Y,
siendo el país que tiene mayor capacidad decisoria en la Eurozona (en
gran parte debido al dominio del capital financiero alemán en el BCE y
en la Comisión Europea), les garantizo que habrá euro para años, y los
países periféricos continuarán sufriendo las políticas de austeridad que
se les imponen, no para salvar al euro, que tiene buena salud, sino
para pagar la deuda a la banca alemana, todo ello presentado con una
narrativa de que el sufrimiento de la población les hará mejores y más
competitivos, ignorando con ello un hecho evidente: el euro ha sido un
enorme obstáculo para que estos países GIPSI puedan competir con los
productos alemanes, pues no pueden devaluar su moneda para abaratar sus
exportaciones y competir así con Alemania.
Y por si ello no fuera
suficiente, la banca alemana, que controla el BCE, utiliza este banco
(que como he señalado repetidamente, no es un banco central sino un
lobby de la banca alemana) y chantajea a los estados GIPSI condicionando
la compra de su deuda pública a que se hagan más competitivos bajando
los salarios y reduciendo su Estado del Bienestar, conduciendo a estos
países a marchas forzadas hacia la Gran Recesión, camino de la Gran
Depresión. Y todo ello, en teoría, “para salvar el euro”, todo ello
dicho y hecho con la gran complicidad de los mayores medios de
información y persuasión, influenciados por (o endeudados con) el
capital financiero.
Una última
observación. Cuando digo Alemania me estoy refiriendo a la estructura de
poder de aquel país, es decir, a los establishments financieros,
empresariales del sector exportador, mediáticos y políticos del país.
Este establishment es responsable, no sólo de la austeridad impuesta
(con la complicidad de los mismos establishments de los países GIPSI) a
las clases populares de los países periféricos, sino también a la clase
trabajadora alemana, cuyo standard de vida, nivel y masa salarial y
protección social ha ido descendiendo en los últimos años de gobiernos
socialdemócratas-verdes y gobiernos cristianodemócratas-liberales. Fue
Oskar Lafontaine, una de las mentes más lúcidas hoy en Europa, quien,
siendo Ministro de Finanzas durante el gobierno del canciller Schröder,
propuso aumentar los salarios y la protección social como medida de
estimular la economía alemana y europea, lo cual no se hizo,
escogiéndose, en su lugar, imponer las políticas de austeridad que han
beneficiado al sector exportador y a la banca alemana. Si Oskar
Lafontaine hubiera ganado aquel pulso, Alemania y Europa estarían hoy en
otra situación.
El trabajador alemán
tiene mucho en común con el trabajador griego, español, italiano,
portugués e irlandés, aunque al establishment alemán le aterra la idea
de que esta coincidencia de intereses se traduzca en un movimiento
opositor a nivel europeo, trabajando cuarenta y ocho horas al día, a
través de los medios, para evitar el desarrollo de esta concienciación
de intereses colectivos, utilizando el nacionalismo (refiriéndose a
Alemania como “victima”) y el racismo (refiriéndose a los trabajadores
griegos como “vagos”) para evitar esta coalición de intereses. Así de
claro.
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