sábado, 20 de agosto de 2011

¿En qué consiste realmente la modificación del Impuesto de Sociedades? (EDUARDO GARZÓN ESPINOSA)

Desde la publicación ayer por parte de la ministra Elena Salgado de la modificación del Impuesto de Sociedades, he escuchado y leído bastantes opiniones que valoran esta actuación como una gran actuación progresista o de izquierdas. Estas valoraciones se basan básicamente en que las medidas sólo afectarán a las grandes empresas, concretamente a las que facturen más de 20 millones de euros al año. Sin embargo, he notado que existe mucho desconocimiento sobre el propio Impuesto de Sociedades, y especialmente sobre el funcionamiento de los pagos fraccionados. En este post se pretende dar una visión sencilla pero rigurosa sobre la dinámica de este impuesto para demostrar que las disposiciones del gobierno, lejos de significar un aumento del impuesto, no cambian sustancialmente las cosas.
Para empezar hay que entender cómo funciona el Impuesto de Sociedades y concretamente el mecanismo de los pagos fraccionados.
El Impuesto de Sociedades es un tributo que grava la renta de las sociedades y demás entidades jurídicas. Su cálculo es, en principio1, muy sencillo: el último día del año2 se observa el total de beneficios que ha obtenido la empresa en cuestión durante ese año; y  luego se aparta el 30% de esos beneficios, que irán destinados a la hacienda pública. Por ejemplo, si la empresa “X” el último día del año 2011 declara unos beneficios de 1000 euros, 300 euros tendrán que ser pagados como Impuesto de Sociedades.
Sin embargo, puesto que el cálculo de los beneficios puede ser muy complejo y duradero, el legislador fiscal concede seis meses a la empresa para que ajuste bien sus cuentas y pueda pagar al Tesoro Público. Es decir, aunque el 31 de diciembre de 2011 la empresa “X” haya calculado unos beneficios de 1000 euros, no tendrá que pagar a Hacienda hasta julio de 2012. Por lo tanto, la recaudación del impuesto se produce seis meses más tarde de la obtención de beneficios. Esto viene muy mal a Hacienda, ya que no dispondrá del dinero hasta pasado un cierto tiempo. Para solucionar parte de este problema se inventaron los pagos fraccionados.
Los pagos fraccionados son adelantos de pago que hace la empresa a Hacienda para ir pagando poco a poco y no hacerlo todo de golpe. Estos pagos son tres, y se producen en abril, octubre y diciembre. La empresa “X” ya no tendrá que pagar sus 300 euros en julio de 2012, sino que ese pago de 300 euros se dividirá en pequeños pagos que se efectuarán en los meses indicados y en julio del año siguiente. Por ejemplo, en abril la empresa paga 75 euros; en octubre paga otros 75 euros, y en diciembre otros 75 euros. Al final del año 2011 habrá pagado 225 euros (75+75+75). Cuando llegue julio de 2012, como tiene que pagar un total de 300 euros, entonces pagará sólo 75 euros (300-225), puesto que ya pagó 225 euros. De esta forma Hacienda no tendrá que esperar hasta julio de 2012 para cobrar una parte del impuesto. Sin embargo, es importante destacar que al final la empresa paga exactamente lo mismo que si no existiesen los pagos fraccionados: 300 euros. Lo único que ha cambiado es la forma de pagar esos 300 euros, pues parte del pago se ha adelantado.
¿En qué consiste la reforma del impuesto de sociedades anunciada ayer por el gobierno?
Fundamentalmente consiste en que los pagos fraccionados de las grandes empresas sean mayores. Es decir, en nuestro ejemplo, digamos que la empresa “X” en vez de pagar 75 euros cada uno de los tres meses indicados, pasaría a pagar 100 euros en abril, 100 euros en octubre, y 100 euros en diciembre. Cuando llegase julio de 2012 ya habría pagado un total de 300 euros, por lo que ya no tendría que pagar más. En los meses citados la empresa se ha visto obligada a efectuar pagos mayores, pero al final del año en realidad ha pagado exactamente lo mismo que si no hubiese existido la reforma: 300 euros.
Así las cosas, la modificación del Impuesto de Sociedades que va a llevar a cabo el gobierno no es en absoluto un aumento de los impuestos a las grandes empresas. Consiste en cambiar la forma de ingresar el impuesto para cobrar antes, pero no más. Las grandes empresas pagarán exactamente lo mismo que pagaban antes de la reforma. Claro que esto no quiere decir que la reforma sea inútil. En realidad Hacienda sale beneficiada con esta modificación, ya que le viene mejor cobrar antes que después. En sentido contrario, esta medida perjudica a las grandes empresas ya que tendrán que pagar sus impuestos antes de lo previsto, con el menoscabo contable y económico que ello supone.
A modo de conclusión, esta medida supone un alivio temporal para las cuentas del estado, pero en absoluto supone una solución al problema del déficit estructural, y mucho menos una disposición altamente progresista. No podemos confundirnos y pensar que, por estar dirigida a las grandes empresas, sea una proposición de izquierdas. Tan sólo es un pequeño guiño que intenta recuperar la imagen progresista que hace mucho tiempo perdió el gobierno del PSOE. Pero la verdad es otra, y está muy ligada a los recortes sociales y recortes de derechos que lleva implementando largo tiempo este gobierno que se dice de izquierdas.

http://eduardogarzon.economiacritica.net/

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