"Tengo que decir que cada vez que le veo la cara y esos morritos pienso lo mismo, pero no lo voy a decir aquí". ¿Dónde será entonces que lo diga, señor alcalde? Me gustaría saber en qué momento y lugar lo va a decir, porque dejar así las frases inconclusas, cuando tienen una recarga tan intensa, nos dejan al público en general en ascuas. Es como los capítulos de “Lost”, que te dejaban petrificado de uno a otro hasta que se producía la comunión del capítulo siguiente, a la semana después.
Pero claro, usted es más de “Cuéntame”, de la de su “amigo” Imanol, el que no le negó el saludo en esta última edición de la Seminci. De lo de “Lost” no sabe nada, ni falta que le hace saber de esas series “extranjeras”.
Por lo que yo conozco de Imanol, habrá sido más por educación que por amistad el no negarle la palabra. El pasaba por allí y tiene poco que perder, y usted sí. Aunque probablemente a estas alturas ya le de lo mismo, tanto a él como a usted, ya que un saludo o una sonrisa hipócrita e interesada son monedas de cambio a las que están acostumbrados ustedes, los que a dios van orando y con el mazo dando.
En fin. Lo bueno que tiene esto respecto al ciudadano de a pie, que tan lejos está de sus inquietudes y preocupaciones, es que nos “gusta” ver cómo se desacreditan entre ustedes, cómo ofrecen circo sin pan a una ciudadanía que ya está harta de la carencia de soluciones que traen en sus bolsillos vacíos para el pueblo, y llenos de perras en sus cuentas corrientes tan poco corrientes por estar llenas.
Cuando se produjeron estas díscolas “declaraciones” de nuestro edil, los músicos en gira andábamos tocando por la capital del reino, y el comentario de los súbditos era: “jolín con los de Valladolid, cómo os las gastáis”, metiéndonos a nosotros simples juglares, en el mismo saco que a las palabras del alcalde. Y al día siguiente en Murcia, más de lo mismo: “Vaya tela con los de pucela, cómo sois de reveníos”.
Pues hombre. No es gracioso que paguen justos por pecadores, pero es que la gente se toma la parte por el todo, y es muy difícil salir de ese círculo vicioso. Lo lamentable de la situación, es que las encuestas electorales no lo demuestran. Esa es la desgracia de este país de eterna pandereta que celebra con un vino los alardes injustos del macho dominante, aunque sean perjudiciales para el común de sus ciudadanos. Pero a mi, lo que me recuerda esta situación es como cuando en el colegio castigaban a toda la clase porque algún listillo se había pasado tres pueblos y se escudaba en el anonimato atemorizado de todo el resto del rebaño.
Pero como siempre, no pasa nada. Esa es la triste realidad, salvo que las personas que están detrás de las palabras ya están hartas de escuchar estupideces.
Jesús H. Cifuentes - el norte de castilla-