La Iglesia en su proceso de decadencia no hace más que hacer el ridículo con sus mensajes trasnochados y rancios a una sociedad que, salvo su público trasnochado y rancio de la eterna vieja guardia, mira desde hace mucho tiempo a otro lado más práctico y tangible en el que la mentira es más difícil de enmascarar. A estas alturas la gente de este siglo se ha enterado en masa de sus desmanes pederastas, de la falta de sintonía que hay con el pueblo tradicionalmente manipulado para su beneficio, y la peña se ha acabado percatando de que si no es por sus intereses sobre lo que viene a ser la pasta gansa, lo que se esconde bajo buena parte de las faldas de las sotanas, no deja de ser otra cosa que la sombra más oscura de un pasado de represión recalcitrante.
Después de lo alto que han llegado, la caída debe ser durísima. Es algo que pasa siempre, a no ser que el titular del ascenso sea alguien cabal, y sepa retirarse o reciclarse a tiempo. Ellos no. Ellos son de los de “erre que erre”, dando la murga al personal, como si tuvieran el mismo poder sobre gente que cuando quemaban a las brujas en la hoguera.
El caso es que la Conferencia Episcopal Española ha animado a los niños a disfrazarse de santos en lugar de vestirse de brujas o calaveras la noche de Halloween, en la víspera del Día de Todos los Santos, para que les sirva como “estímulo" para seguir con su “vida cristiana”
Así lo ha soltado el secretario técnico de la Comisión Episcopal de Liturgia, el padre Juan María Canals Casas, que se ha sumado a la propuesta hecha por la Conferencia Episcopal Británica para la vigilia de la festividad que ha sugerido realizar actividades divertidas para los niños y disfrazarse de santos como San Jorge, San Francisco, Santa Lucía o Santa María.
En el imaginario que todos gastamos en la memoria dado el peso de la iglesia en nuestras vidas, no hay cosa más aterradora que la estampa de un buen colectivo de santos atravesados por flechas o con el cuerpo bien lleno de cortes sangrientos, casi todos ellos cubiertos con un escaso taparrabos que se me antoja una estampa escasamente estimulante para el ensalce de la cristiandad. Ahora, divertido sí que iba a ser, desde luego, porque no me puedo imaginar a la recua de santos infantiles yendo de puesta en puerta completamente “acristianaos”.
Lo siento mucho. A mí tampoco me gusta la invasión de santa Klaus, pero en este caso la alternativa que proponen me parece de lo más deprimente. El mundo anglosajón adelanta irremisiblemente por la derecha. Además qué iban a decir ¿Truco o trato, o ave maría purísima?
Jesús H. Cifuentes - el norte de castilla -
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