Lo nuestro, o sea, nuestro continuo disparate es de traca. Porque de verdad que vamos dando tumbos sin sentido ni dirección ninguna, improvisando de una manera tan desprovista de significado o criterio que el resultado final es un coñazo superlativo o un gran roto en el subsuelo de nuestra identidad. Porque como cualquier aficionado a la música sabe, para poder improvisar haciendo algo interesante se ha de partir por lo menos de una cierta técnica, un conocimiento previo del instrumento, de la harmonía, y a mayores, tener el don mágico que con todos estos ingredientes te permitan construir de la nada la melodía más increíble o emocionante que surge del momento de la misma forma inesperada que se fragua una tormenta.
Aquí en españa, los últimos tiempos que nos está tocando vivir demuestran claramente el carácter digamos “despreocupado” de una clase política que parece tomarse la realidad sangrante a chufla, y para ello, tenemos en cartera a “grandes” políticos que lo demuestran, como son Francisco Camps, que es un tipo que tiene menos miedo que Juan sin miedo, a pesar de que vive en un temporal de inculpaciones y convocatorias judiciales, de las que sale de momento con el traje planchado, y sin que el sudor frío parezca afectarle en la calvorota ante lo que debería ser cagarse encima por todo lo que se está aireando día tras día, pero no, el tiene menos miedo que Juan sin miedo porque lo que sí que tiene es un ángel de la guarda con gafas de sol, pinganillo y pistola en la sobaquera, por si hay alguien que quiera oponer resistencia o protestar ante el pisoteo salvaje de la “decencia” (¡Qué palabra más gastada y cansada!). Y de la misma manera, su socio de partido, Carlos Fabra, resulta ser que es el tipo más suertudo de todo el país, de tal manera que lleva una década tocándole la lotería sin parar, ganando millones gracias a unos boletos afortunados que no se por qué joroba serán refrotados, probablemente por la suya y la mía, por la de todos los que conformamos ese resto de “jorobados” que es como nos quedamos gracias a esta calaña política que no tiene ni puta idea, que va dando tumbos e improvisando un concierto insoportable de desmedidas para acentuar la crisis de la que están sacando tajada a diario, con el consentimiento y la ayuda de la desinformación, de la idiotización desenfrenada del criterio, y la colaboración de toda esa pléyade con retales colgando del franquismo que se sienta de manera increíble pero cierta, en los sillones de los tribunales que interpretan nuestra legalidad de plastilina.
Los ángeles de la guarda de nuestro tiempo son gente con pinganillo y pistola, y desde luego calculo que deben cobrar una pasta de los mafiosos a los que protegen. Muy mal deben andar las cosas en el cielo para que estos angelitos hayan acabado así.
Jesús Cifuentes - el norte de castilla-
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