Querida mamá, querido papá, ... ¡ah! familia querida,
Qué bien estaré aquí, ¡me va gustando mi futura morada!
¡Soy yo! Ah, claro, que aún no habéis visto mi cara.
En cambio, habéis visto y oído, el rumor del agua clara
y alegre que brota de la cascada,
del manantial de las nieves puras de la Aquiana,
el trinar de un gorrión, arrullo al despuntar el alba,
capullos que florecen, sublime aroma, con poderosa magia.
Ese rayo de luz que brilla en la noche larga
que prende el amanecer e ilumina la mañana.
Todo eso, y aún más, soy milagro de amor, la dicha, vida hecha esperanza
la llama que arde, que mece la susurrante brisa temprana, y
acaricia ligera, por la puerta entornada de nuestro hogar, nuestra casa.
Vengo, si me acogéis, a recorrer con vosotros
este hermoso paisaje, el edén en misteriosa calma
por la vereda dulce, aunque, a veces un poco agria,
un largo camino, plagado de piedras, colmado de pisadas
que, seguro, de la mano me llevaréis a sortear con gracia.
En fin, aquí me veis, en un clamor callado, ansiando mi llegada,
¿me dejaréis pasar, a vuestro corazón, a vuestra alma?
Creo que me esperáis, ..., sí, con infinito amor, decís:
Te aguardábamos. Pasa...
Elena - Febrero 2021
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