miércoles, 26 de febrero de 2014

HASTA SIEMPRE, PACO DE LUCÍA


Enmudeció el pellizco genial de la guitarra de Paco de Lucía. El intérprete flamenco ha muerto en México a los 66 años, según confirman fuentes de su entorno y del Ayuntamiento de Algeciras (Cádiz), su ciudad natal y a cuyo perfil portuario estará para siempre asociado su inimitable sonido con las seis cuerdas. De Lucía se encontraba jugando con sus nietos en una playa en Tulum, donde poseía una casa, cuando se ha sentido súbitamente indispuesto, según un amigo íntimo del músico, Victoriano Mera.
El artista ha muerto de camino al hospital. Las primeras conjeturas apuntan a que el guitarrista, galardonado con el Príncipe de Asturias de las Artes en 2004, guía del arte jondo por nuevos e inexplorados caminos al frente de su sexteto de trazas jazzísticas y eternamente recordado por su asociación en el olimpo del flamenco con Camarón durante los 60 y 70, ha fallecido a causa de un infarto. 
El músico vivía desde hace años en Palma de Mallorca, tras su paso por lugares como la Península del Yucatán o Toledo, donde se dejaba ver (poco), con una mezcla irresistible de bonhomía y reclusión. En los últimos tiempos fijó su residencia en Cuba. Los que lo trataron en Mallorca lo recuerdan con una cierta alergia hacia la guitarra, que dejó de tocar durante un tiempo, con ganas de compartir ratos con gentes sencillas, alejado de los cenáculos artísticos e intelectuales y dedicado a sus dos hijos de corta edad.
Era la forma en la que Francisco Sánchez Gómez, tal era su nombre real, huía de su propia leyenda. Un mito que también obtuvo sus recompensas comerciales; en 1973, su celebérrima rumba Entre dos aguas lo aupó a lo más alto de las listas de éxitos con la conjura propia de las casualidades. La composición fue la última en entrar en el repertorio de aquel disco que acabaría invadiendo centenares de miles de hogares aquellos años en los que España se sacudía el polvo negro de la dictadura.
Ya solo su asociación con Camarón de la Isla, la entente de dos amigos de infancia curtidos en los tablaos que en aquellos setenta andaba dando sus últimas bocanadas, le habría servido para ingresar en las enciclopedias de la música popular. Pero habría mucho más. Sus primeros escarceos con el jazz, por los que fue acusado de bastardización del arte jondo, datan de finales de la década anterior, cuando colaboró, aunque sin figurar, en los discos de jazz flamenco del saxofonista navarro Pedro Iturralde. A mediados de los 70, fue dando forma a una banda irrepetible, nutrida del talento de sus hermanos, Pepe de Lucía y Ramón de Algeciras, y los jóvenes Jorge Pardo, Carles Benavent y Rubem Dantas, con el que se introdujo el cajón peruano en la ecuación flamenca. La cristalización de la leyenda de aquella banda única se dio a principios de los 80, con los discos Solo quiero caminar (1981) y Live... One summer night (1984).
De los ochenta data también su asociación con dos titanes de la improvisación a las seis cuerdas: Al di Meola y John McLaughlin. Juntos giraron por todo el mundo asombrando a auditorios de todas las clases y tamaños con su contagioso virtuosismo. 
Además de cruzar flamenco con jazz, De Lucía hizo lo propio con el blues, la música hindú, la salsa, la bossa nova o la música árabe. También contribuyó a difuminar las frontera entre la música culta y la popular con históricos registros en el Teatro Real.
Doctor honoris causa por la Universidad de Cádiz y el Berklee College of Music, el jurado de los Premios Príncipe de Asturias le reconoció su "honradez interpretativa" y su capacidad de trascender "fronteras y estilos" que le convirtieron en "un músico de dimensión universal". "Todo cuanto puede expresarse con las seis cuerdas de la guitarra está en sus manos", destacó el fallo.
El Ayuntamiento de Algeciras, que ha decretado tres días de luto oficial, está haciendo las gestiones, en contacto con la familia, para facilitar la posible repatriación del cadáver. Además, esta mañana, se han suspendido todos los actos municipales previstos para esta jornada.

MI HERMANO MAYOR (Javier Limón)

Muy pocos pueden presumir de su gigantesca estatura humana. Haber sido su amigo es el mayor orgullo de mi vida

En estos momentos tan difíciles, queda al menos un consuelo: Paco de Lucía ha muerto muy joven, pero ha vivido tres vidas al menos. Quizá nadie ha tocado más horas la guitarra que él y desde luego muy pocos pueden presumir de su gigantesca estatura humana. Haber sido su amigo es el mayor orgullo de mi vida.
Para mí, Paco empezó siendo un ídolo para convertirse en un maestro y acabar haciendo las veces de un hermano mayor. Era esa persona a la que siempre podías acudir para preguntarle qué era lo más conveniente para tu carrera, porque él había pasado por todas las etapas posibles. De ahí que todos los flamencos hayan amanecido este día tan gris huérfanos del faro que nos indicaba el camino.
Era, muy probablemente, el mejor guitarrista de todos los tiempos. Y todos los intérpretes con los que yo me he cruzado en la vida, de Keith Richards a Pat Metheny, lo han reconocido. Pero no solo eso. Justo es recordar ahora su faceta como el gran productor y compositor del flamenco. Casi todos los elementos que definen el género desde un punto de vista contemporáneo, desde los coros hasta el cajón o ciertos toques y modos de hacer, se los debemos a él.
Quizá eso se deba a que siempre estuvo en contacto con las nuevas generaciones y era el más joven de todos los guitarristas flamencos. Aquellos que asistieron a su investidura como doctor honoris causa por el Berklee College of Music lo recordarán a buen seguro con esa vitalidad contagiosa, que era capaz de hechizar también a leyendas como el pianista Chick Corea.
Recuerdo una anécdota entre ambos que explica bien el magnetismo que era capaz de desplegar Paco: en cierta ocasión Corea le dijo: ‘Paco, salgamos de gira con mi banda y tú tocas. O vamos con tu banda y yo toco. O sino, toca tú y yo bailo’. Chick, como todos los músicos del mundo, se conformaba con cualquier cosa, siempre que fuese tocar con él.
Hoy, llena de tristeza a músicos y aficionados de todo el mundo saber que vivía lleno de proyectos. Había ido a pasar unos meses en La Habana, quería que sus hijos, Antonia y Diego, conocieran aquello. Fue a ver tres veces a Los Van Van, el legendario grupo cubano, y pensaban trabajar juntos en una próxima colaboración. En Cancún estaba porque quería grabar un disco de flamenco.
Desgraciadamente, nunca lo escucharemos.
Javier Limón es músico y productor

LA CUARTA DIMENSIÓN (Gerardo Núñez)

La cabeza y las manos que se han detenido para siempre son las de un semidiós que mantuvo su independencia y su libertad

Escribo bajo los efectos del mazazo tremendo de las muertes imprevistas. Me repito: “Se ha muerto Paco”, y no consigo entender qué es lo que me digo. La cabeza y las manos que se han detenido para siempre son las de un semidiós que, manteniendo con un orgullo infinito su independencia y su libertad, elevó nuestra música, el flamenco, a la cuarta dimensión de la música grande. Y lo hizo sin doblegarse, sin conceder una uña a señoritos ni a mandamases efímeros, sin deberle nada a nadie, inyectando en los flamencos jóvenes orgullo, conciencia, autoestima y fuerza suficiente para liberarse de la sumisión de las ventas y de las fiestas, de los lazos casi tribales de una cultura gris en la que hasta entonces jugaban el papel de bufón. Abrió la puerta de una casa cerrada, se enfrentó a tormentas y a demonios. Como Ulises, hizo un viaje peligroso para que después lo hiciéramos todos. Nos salvó. Y ahora, un rayo lo ha alcanzado a la orilla del mar, ¿dónde si no iba a morir Paco? Paco, no sé qué decirte. Grande. Grande. Grande.

 EL MÁS ROTUNDO DE TODOS (Carmen Linares)

Carmen Linares destaca su capacidad para hermanar lo que dictaba su cabeza y lo que fluía de su corazón

Ha sido el artista rotundo, el mejor artista que ha dado el flamenco. Otros artistas tenían sus defensores y sus detractores pero él era tan grande que le gustaba a todo el mundo. Ha sido un genio y la palabra genio no se puede aplicar a todo el mundo, pero él lo era sin discusión.
Ha llevado el flamenco a la máxima categoría. Paco decía siempre: ‘El corazón me pide tradición y la cabeza, innovación’. Esta frase marca lo que ha sido, alguien que ha bebido de los grandes maestros a quien luego la cabeza le pedía estar al día. Es un artista que se ha hecho con muchas raíces pero que luego ha querido volar solo. Un artista tiene que estar en el mundo en el que vive y él lo hacía. No se ha conformado, ha pensado que tenía que hacer su propia música y fue capaz de experimentar con el jazz y otras músicas. Él es un gran ‘culpable’ del flamenco actual.
En la manera de tocar la guitarra, creó una escuela. Era todo un caudal de arte. Fue un gran amante del cante, del que bebió mucho… por eso tocaba muy bien para cantar y tocaba igual de bien para bailar. Porque antes de volar solo se trabajó a fondo el oficio.
Tenía una técnica increíble, podía expresar todo lo que le pasaba por la cabeza y el corazón porque su técnica se lo permitía, a lo que se sumaba su libertad para tocar. No sabría definir su toque pero llegaba directamente al corazón.
Es una pérdida tremenda, una desolación. Pero los artistas como Paco de Lucía no se van nunca, nos ha dejado tanto que nunca se irá. Es un artista universal, el más rotundo de todos.

EL MOTIVO QUE ME EMPUJÓ A LA MÚSICA (Alejandro Sanz)

Alejandro Sanz recuerda su estrecha vinculación familiar con el guitarrista flamenco

Paco de Lucía es pura historia de mi vida. No es solo que mi padre y él se conocieran de chicos, no es solo que desde chico el nombre de Paco fuera como hablar de un héroe en Algeciras. Conocí a Paco cuándo en verano visitaba su casa de El Rinconcillo, él y sus hermanos, Pepe y Ramón y también toda la chiquillería que revoloteábamos alrededor de esa familia... tocando la guitarra a todas horas, soñando con un ole que saliera de la boca del maestro dirigido a cualquiera de nosotros. No es solo que Paco fuera la inspiración.. el motivo por el que me dediqué a la música... Es que era el padrino de mi hijo Dylan, que, hoy, cómo son las cosas de la vida, se ha levantado enfermo y triste, incluso sin conocer las desgraciadas noticias que nos iba a traer este ingrato día de febrero.
Me ha dado por pensar, claro, en cómo lo estará pasando la familia y también de qué manera estarán transcurriendo, lentas y dolorosas, las cosas en Algeciras, donde todo el mundo conocía y quería a Paco. Ellos, mi padre y el maestro, se trataron en aquellos años juveniles. Y cuando Paco ya era toda una figura, también pero menos. Luego, con el tiempo, echó a andar mi carrera musical. Él me llamó un buen día, sus hijas querían conocer al inexperto cantante que yo era por aquel entonces, imagínense.
Después, disfruté algún tiempo de una especie de peña inolvidable en Madrid: la Banda del Tío Pringue. Un puñado de amigos de infancia que junto a Pepe de Lucía y el propio Paco me dejaron disfrutar de las noches de los viernes... Quedábamos unos cuantos, nos dábamos unas vueltas por La Latina, nos dejábamos caer por los tablaos y no parábamos de reír y de disfrutar de las cosas de la vida.
Porque a Paco le gustaba entre otras cosas... reírse y en ello invertía mucha de su energía, era profundo pero también era tremendamente generoso con las debilidades de los demás y le quitaba importancia a la solemnidad.
Y así lo recuerdo; en nuestra última conversación mantenida por mensajes de teléfono, epílogo fatal a unos meses en los que nos vimos constantemente, aquí en Madrid o allá en Mallorca, o en México nos reíamos pensando que en Cuba quizá le tenían pinchada la línea. En aquella charla también planeamos una próxima visita a México, que no, ya nunca será.
Podía parecer reservado, pero que nadie se confunda: era una persona genial en el trato. Tal vez no muchos le conocían, pero todos le querían. Músicos y aficionados. Yo creo que eso era porque transpiraba una enorme capacidad intelectual y emocional. Y, créanme, sus generosidades eran de las que cambiaban las cosas. Un empujón suyo podía mover montañas. Recuerdo especialmente una entrevista en EL PAÍS en la que dijo que se sentía más cerca de Alejandro Sanz que de muchos otros músicos. En un tiempo en el que lo más fácil y obvio era la crítica, él estuvo allí el primero con un apoyo que nunca, ni por un momento, retiró.
Por todo lo cual, hoy me siento tan triste como si se hubieran muerto mi padre y mi madre al mismo tiempo. Gracias Paco, comparito... tú te vas.. y nosotros nos quedamos… ya sabes lo que quiero decir.

 Y EL INVENTO CUAJÓ (Jorge Pardo)

Jorge Pardo compartió giras, grabaciones, conciertos y juergas por todo el mundo como integrante del Paco de Lucía Sextet

Cuando cumplí mi primer contrato con Paco de Lucía debía de tener unos 18 años. Aterrizamos en Bruselas para el concierto. Era ya tarde, y el taxista, que nos llevaba directamente al teatro, quiso que conociéramos mejor la ciudad. Cuando al fin llegamos Paco estaba a punto de salir al escenario. Se dice que el flamenco es más espontáneo que ensayado. Así que él, consciente o no, no nos había dado demasiadas instrucciones. Ya en el escenario, cuando íbamos a tocar el arreglo de la Danza del fuegode Falla, va y me dice Paco: “¡Solo de flauta!”. Y yo: “¿Cómo?”. Y él: “¡Que toques algo solo!”. Así que en ese momento no me quedó otra que buscarme la vida.
 Antes de aquella noche inolvidable, nos habíamos encontrado en 1979 en los estudios de la Philips en Madrid, donde empezábamos a grabar, con el grupo Dolores, el disco Asa-Nisi-Masa, mientras él ultimaba su homenaje discográfico a Manuel de Falla. Nos invitó a grabar con él la Danza del fuego y La canción del fuego fatuo. Él registró para nosotros un tema titulado ¿Por dónde caminas? Ahí comenzó una relación que se extendió durante años de giras, grabaciones, conciertos y demás juergas.
Son cientos las anécdotas que se atropellan en mis recuerdos. Paco, a sabiendas de que parte de la tradición flamenca iba a rechazar el nuevo sonido que surgía, fue fiel a su tiempo y a lo que le tocó vivir. Y aireó por el mundo un concepto diferente del flamenco hasta entonces conocido. Recuerdo otra noche de 20 años después, con Rubem Dantas, Carles Benavent, Joaquín Grilo, Duquende y Ramón de Algeciras. Estábamos en Japón, durante una gira del sexteto. Él dijo que ninguno de los que estábamos allí, ni él mismo, teníamos, dos décadas atrás, la conciencia de estar creando nada tan duradero. Y que tan solo tratábamos de vivir el presente con ilusión y buena energía.
Pero el invento cuajó. Y disfrutamos de hacer música juntos durante todo ese tiempo, en el que éramos como una verdadera familia. Aunque en estos momentos, obviamente, me tengo que acordar de su familia más cercana, que sufren su más auténtica ausencia.
La última vez que lo vi fue el pasado diciembre, en su casa de Yucatán, disfrutamos de unas tardes charlando de la música, de los compañeros….
Comparto con muchos aficionados a la música y al flamenco, además del duelo, que para mí Paco también ha sido un faro que no se extingue con su desaparición de este mundo, aunque yo además lo disfruté como un hermano mayor, también disfruté con su salero especial de su humanidad contradictoria, su pausado inconformismo, su rebeldía conservadora y su imaginación realista.
Así que: ¡Paco!, sin prisa, mírate a ver un bolito allá donde estés.
Jorge Pardo es saxofonista y premio al mejor músico de jazz europeo de 2013. Fue miembro del Paco de Lucía Sextet.

PACO, EL CHIQUILLO ETERNO (Rubén Blades)

En escena desaparecía en su fuego y destreza

Pocas cosas nos estremecen más que la muerte de un ser querido.Sentimos como una patada en el alma, que nos saca de orden y nos disminuye.
Cuando el que se va es un contemporáneo, la conciencia de nuestra mortalidad se afirma, implacable y serena.
Los hombres no aman sin amarse, dijo Camus y por eso nadie muere sin que todos muramos también un poco. Eso lo reconoce todo el que como yo tiene mas pasado que futuro.
No presumo de haber sido un íntimo de Paco. Simplemente fui un cómplice, de los muchos que debe haber acumulado en su insigne carrera musical y foja de vida.
Así compartimos la mirada corroborativa, la incrédula, la solidaria, el silencio cuando lo que había que hacer era callar, la sonrisa simultánea, la risa completamente desnuda, la coincidencia...
Fue en Puerto Rico la última vez que lo vi y hablamos, en una de sus siempre excelentes presentaciones que después me comento no considerar de las mejores. Su genio nunca estuvo conforme con su virtuosismo evidente, y nunca me lució satisfecho, ni con elogios. Decir que era de pocas palabras es ya hablar mucho. En escena daba la impresión de querer desaparecer en el medio de las notas, su fuego y destreza luego atenuados entre tema y tema por una extraordinaria timidez que nunca dejó de sorprenderme.
Una vez, en Hong Kong, lo llegué a ver molesto por lo que consideró una mala actitud de un colega, y su encojonamiento y acción me confirmaron que era un hombre como yo, capaz del enojo. Pero pasado el temporal, desconcertante para quien lo conocía solo experimentando la consideración en su trato y por el brillo de sus ojos de chiquillo eterno, regresaba la mirada y pausa que distinguía al espacio entre sus palabras y transcurríamos a otro tema, sin residuo de relámpago, de trueno, o conflicto.
Nos cagábamos de risa, fumábamos como chimeneas, tomábamos tragos y hablábamos de música durante ese pedazo del camino, periodos de constante viaje, enredo, trabajo, despedidas y encuentros.
Hace unos años acordamos hacer un disco juntos y como siempre ocurre, otras cosas nos distraían constantemente. En marzo planeaba ir a Costa Rica para reunirme con EDITUS, el excelente trío costarricense con el que trabajé los álbumes TIEMPOS y MUNDO, para entregarles los boleros que escogí y pedirles que hicieran las maquetas de los temas y enviárselos a Paco, para que las revisase y estudiase.
El proyecto ha quedado hoy en suspenso. Otra razón para lamentar el creer que el tiempo puede esperar.
Consuela un poco pensar que estaba contento, con su familia, y que no sufrió dolor alguno. Eso espero.
A Gabriela y familia solo les digo que mi afecto por ellos es inextinguible.
Todos sabemos que la muerte es un inconveniente inevitable.
Pero gente como Paco de Lucia debieran de ser excluidos de la lista.
Reciba mi admiración y cariño, Maestro.

Rubén Blades, nacido en 1948 en Panamá, es compositor musical, cantante, actor de cine, ex—candidato a la presidencia de su país y ex–ministro de Turismo. Blades publicó este artículo en su página digital oficial http://www.rubenblades.com/

UÑAS EN LAS CUERDAS Y LA MADERA (Carlos Galileo)

Conoció el desasosiego y la angustia que produce la creación. Se sentía libre cuanto más lejos tocaba de su país

Llevaba el nombre de su madre, Luzia, portuguesa de Castro Marín, aunque casi todo se lo debía a su padre. Antonio le decía con mirada imperativa “coge la guitarra” y obligó al quinto de sus hijos a estudiar: de los seis años hasta los catorce, diez horas todos los días, sentado en una silla dejándose las uñas y las yemas en las cuerdas y la madera.
Tuvo suerte de oir música desde que nació, con los vecinos y los amigos artistas que el padre llevaba a casa de madrugada tras el trabajo. Pasó su niñez en Algeciras rodeado de flamencos. Y uno es lo que es su niñez. Vivió en su piel la desazón de su padre, que se iba de noche a tocar para señoritos por los pocos duros que cayeran. Aunque nunca faltó de comer en casa, ni en la calle de San Francisco, con su patio y el árbol con rosales, ni en la de Barcelona, en el mismo barrio de la Bajadilla.
Al cumplir los 12 andaba ya ganando sus primeros dineros para la familia. Había que ser hombre pronto. Los hermanos iban al colegio hasta los once años, luego había que ayudar. Pero tenía el recuerdo de una infancia feliz.
Con Camarón sacó al flamenco de aquellas juergas que no eran de vino y alegría para todos. Un gitano y un payo, venerando las raíces y mirando ‘pa´lante’, con conocimiento, sensibilidad e intuición. Creó ese toque rápido, rítmico, poderoso... de gran sentido melódico. Tocaba con rabia por inseguridad: lo que le gustaba a él era cantar. Y eso hacía con su guitarra.
Conoció el desasosiego y la angustia que produce la creación. Y le tenía pánico a repetirse. Si no le abrumó que le concedieran el Príncipe de Asturias, a él que se confesaba ‘muy metío pa´dentro’, fue por el reconocimiento oficial a un arte maltratado. Malito de perfeccionismo, sufrió cada vez que tuvo que someterse al juicio de sus compatriotas: se sentía libre cuanto más lejos tocaba de su país. Grabados estaban los surcos en el rostro. Porque a veces Francisco Sánchez Gómez se cansaba de Paco de Lucía. Si no del músico, sí del personaje al que han puesto en un pedestal.
Hace unos años se refugió en Playa del Carmen: para escapar del instrumento de dolor y placer. Con Gabriela, su compañera mexicana, y Antonia, su hija pequeña. Un equipo de televisión rodó un documental en aquella casa de la costa del Yucatán. La cámara mostraba a un hombre relajado, yendo a comprar al mercado, disfrutando de la pesca submarina... Que se ponía melancólico al pensar en la vuelta a la rutina de maletas, hoteles y aeropuertos.
Se convirtió en uno de esos músicos que se lo ponen muy difícil a los que vienen detrás. Para una mayoría será siempre el guitarrista de ‘Entre dos aguas’; para la gente de la clásica, el flamenco que se atrevió a grabar a Falla y Joaquín Rodrigo; para los viejos aficionados el jovencillo imberbe que tocaba al estilo del Niño Ricardo y siguió el consejo de Sabicas de crear cosas propias.
El Mambrú que en Madrid se dejaba caer por los billares de la plaza de Callao, con su hermano Pepe y con Camarón —que sólo se sintió Paco tras la muerte del cantaor—, aquel niño, que en el fondo nunca salió de Algeciras, posiblemente estaba aún tratando de encontrarse. Un genio irrepetible este Francisco Sánchez Gómez, al que los flamencos llaman Paco.

PROMESA CUMPLIDA (Juan Manuel Cañizares)
  
Con 13 años, Paco de Lucía me dijo que un día me llamaría para tocar con él. Al cabo de de diez años sonó el teléfono de casa

Cuando conocí al maestro Paco de Lucía yo tenía 13 años. Fue después de su concierto en Barcelona, le visité en su camerino y tuve la suerte de tocar mis temas delante de él. Me dijo: “Sigue estudiando mucho la guitarra, cuando seas grande, te llamaré para que me acompañes”.
Y Paco cumplió su palabra. Diez años después sonó el teléfono de mi casa. Paco de Lucía no olvidó su promesa y me llamó para invitarme a entrar en su Trío de Guitarras con José María Bandera. Esa llamada me cambió la vida. Le dio un giro radical.
La vivencia con Paco durante 10 años fue un Master Class constante. Un día estando en un teatro de México, justo antes la función, me comentó: “Mira Juan, esta noche este teatro estará lleno. Pero cuando vine aquí la primera vez hace ya tiempo, solo había cuatro filas de butacas ocupadas. Me entregué todo, todo lo que podía dar de mí. Al año siguiente este mismo teatro se llenó hasta la mitad, y en el tercer año se llenó completamente hasta el día de hoy”. Tengo de Paco un montón de recuerdos bonitos y millones de cosas que aprendí. Esas palabras se quedaron grabadas fuertemente en mi mente. Y con ellas aprendí lo importante que es dar siempre lo mejor de ti.
En la grabación de su disco Concierto de Aranjuez me pidió que transcribiera tres piezas de la Suite Iberia. Viajábamos en coche por Italia durante una gira. Paco conducía y yo iba haciendo transcripciones en un cuaderno. Esa oportunidad fue el embrión de mis proyectos de transcripción y grabación de obras de música clásica para guitarra. Paco en mi recuerdo siempre está sonriendo e irradiando luz. La misma que alumbra en estos momentos las avenidas oscuras de mi alma y de mi corazón. Aún no me puedo creer que él nos haya dejado solos… en un desierto de tristeza. Queridísimo Paco, descansa en paz.
Juan Manuel Cañizares es guitarrista.

EL PLAN MAESTRO (Ricardo Pachón)

Paco ya tenía la hondura flamenca cuando escuchó el primer disco de Sabicas, gitano de Pamplona exiliado tras la guerra

De pronto me ha llegado el primer recuerdo de Paco. Es una historia que me contó su amigo Manuel Molina de cuando eran adolescentes y juntos jugaban a la pelota en el patio de un corral de vecinos en Algeciras. Los chavales jugaban y Paco, desde una ventanita, los veía jugar.
Paco estaba encerrado con su guitarra y un viejo gramófono en el que sonaba una y otra vez la Rondeña de Don Ramón Montoya. Eran los últimos deberes que le había puesto su padre y, hasta que la aprendiese a la perfección, no podría salir al patio. Así empieza la historia de este genio que nos ha abandonado por sorpresa. Un padre severo, una disciplina férrea y una juventud vivida entre las seis cuerdas. Don Phoren en su libro El plan maestro narra con detalle la importancia de Antonio Sánchez Pecino, padre y primer maestro de Paco, en la formación del guitarrista. Paco, como todos los de su generación, empezó bebiendo en la fuente del Niño Ricardo, una guitarra flamenca llena de duende e inspiración. El Niño Ricardo y Paco de Lucía llegaron a grabar juntos un disco memorable de El Lebrijano.
Paco ya tenía la hondura flamenca cuando escuchó el primer disco de Sabicas, gitano de Pamplona exiliado tras la guerra. Con Sabicas descubre la perfección, la limpieza de ejecución y la brillantez del sonido. Supo hacer la gran síntesis entre un Ricardo, pleno de inspiración pero cortito de técnica, y un Sabicas pletórico de facultades, pero cortito de flamencura. Y nace Paco para dejar asombrados a todos sus contemporáneos. El Paco con Camarón, con Manuel de Falla, con el Maestro Rodrigo, con Chick Corea, con John McLaughlin, con Al di Meola, con Santana… ¿hay quien dé más?
¡Salve Paco!

 HAY QUIEN DICE QUE SE FUE (Hugo Britzmann)

Algunos dicen que se fue, que se ha muerto, pero yo sé bien que es mentira. Créanme, cierro los ojos y las cuerdas de su guitarra siguen vibrando apasionadas e inmortales.
Algunos dicen que se fue, que ha muerto. Qué tontería, no han entendido nada, deben de ser los mismos que ignoran que Camarón aún canta como el agua. Pruebe el descreído a cerrar los ojos, en silencio. Podrá viajar desde Almoraima rumbo a la Caleta, siempre entre dos aguas. Si pasa por la cueva del gato conocerá al tío Sabas. Y a través de Zyryab llegará muy lejos, alcanzando con Chiquito pasión y fuego inagotables, propios de una rumba improvisada.
Algunos dicen que se fue, que ha muerto. No hagan caso, no nos quedaremos solos. En la memoria queda que tú, flamenco exacto y universal, maestro en la ciencia de la armonía, nos iniciaste en las reglas de la complejidad con la precisión de tus dedos y la sencillez de tu duende. Paco, Paco de Lucía: mañana, como ayer, tu semilla brotará de una guitarra, ¡de todas las guitarras!, que para siempre evocarán tus tangos, tus alegrías, tu Aranjuez y tus bulerías.
Algunos dicen que se fue... no importa. Ahora, ya solo quiero caminar. ¡Gracias, Maestro!— Hugo Britzmann.

LA IMPOSIBLE PUREZA FLAMENCA (Antonio Parra)

La figura del guitarrista Paco de Lucía subraya, ante todo, más allá de su genialidad creativa e interpretativa, algo: la imposible pureza del flamenco, su sustancioso origen “turbio” y “bastardo” y, consecuentemente, su inevitable evolución mestiza, por usar esta palabra que tanta fortuna ha tenido en el ámbito de la reflexión política y cultural y en los últimos años. Estos  días, en estas horas, con seguridad  numerosos expertos, flamencólogos y amigos, van a repasar  enjundiosamente sus virtudes musicales, lo que trajo al flamenco, que fue mucho, un indudable antes y después; su fructífera relación con el también desaparecido Camarón, que tanto revuelo produjo en los  años setenta  del pasado siglo en las entonces severas y “puras” aguas del mairenismo reinante hasta ese momento.
Pero Paco de Lucía, como Camarón, con representar  un surco nuevo en el barbecho jondo, no supusieron sino una variante lógica en la naturaleza misma del flamenco, que nunca fue ni puro ni primordialmente original en esta o aquella manera de entenderlo, en tal o cual estilo melódico, rítmico o de medida acompasada.
Y es que el flamenco, obra tardía –o mejor cabría decir reciente- de profesionales sólo se forma a partir de un sedimento –ese sí, antiguo, lejano en el tiempo y complejo en sus fuentes e influencias culturales y musicales- diverso, mezclado, contaminado, contaminación que siempre ha dado lo mejor en lo cultural y hasta en la genética humana, que tampoco puede reclamar  desde etnia alguna la primacía inaugural.
Si pensamos, por  ejemplo, en el baile flamenco, es imposible separarlo, como si tuvieran orígenes distintos y caminos paralelos intocados entre sí, de la Escuela Bolera, de la llamada danza estilizada española, con el genio de la Argentina, la Argentinia o Pilar López y Antonio, entre otros ,y hasta de las danzas populares españolas, y no solo las andaluzas. Y en definitiva, en el baile de Candil, decimonónico,  en los entreactos de los teatros o en los cafés cantantes. Y se fue formando en un continuo viaje de ida y vuelta entre lo culto y lo popular, entre la danza clásica europea y las gitanerías de Jerez o Triana, y entre España y América.
Y lo mismo ocurre con la guitarra flamenca, que muestra desde el principio su turbiedad sonora frente a otro tipo de sonoridad en las cuerdas, como muy bien ha demostrado un estudioso como Norberto Torres.
De manera que ha muerto un revolucionario, sí, pero un revolucionario que no hizo en su fecunda  carrera, ahora frustrada, sino dar una vuelta  más, como desde siempre se hizo, al flamenco, a su imposible pureza.

ALGUIEN QUE HABLABA POCO Y REÍA MUCHO (Curro Romero)

Cuando he conocido la noticia de la muerte de Paco me ha embargado una pena muy grande. Ha sido una sorpresa muy triste, y no solo por la juventud del amigo, sino porque se ha apagado una enorme capacidad creativa.
Mantenía con Paco una buena amistad, y nos admirábamos mutuamente desde los tiempos en que nos reuníamos con Camarón, otro grande del arte.
Creo que Paco de Lucía era un ser extraordinario, una buena persona, que hablaba poco y reía mucho. Sin duda alguna, su muerte es una pérdida irreparable para sus amigos y para todos los amantes del arte.
Paco ha sido un auténtico revolucionario; ha dado vida a la guitarra, del mismo modo que Camarón se la dio al cante. Lo que más lamentoen estos momentos es que hacía tiempo que no hablaba con él. Claro que él vivía en México y yo en el Aljarafe sevillano. Y yo salgo poco, y me veo cada vez menos con los amigos, pero mantengo el afecto con todos ellos. Recuerdo que la última vez que estuvimos juntos fue en Madrid, en un restaurante, hará cosa de un par de años.
La verdad es que no me hago a la idea de que Paco, tan lleno de arte, esté muerto. Siento de verdad que ha desaparecido un amigo, pero el mundo ha perdido a un gran artista.
Curro Romero fue matador de toros y amigo de Paco de Lucía.

Hasta siempre, Paco de Lucía, nos queda tu música!
Anina.

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