Publicado Madrid 15-M, nº 6, septiembre de 2012
Los bancos suelen difundir la idea de que la deuda aumenta porque
la gente quiere vivir por encima de sus posibilidades, pero la
realidad es otra. El negocio de los bancos es prestar, y es por eso que
hacen todo lo posible para que los gobiernos adopten políticas y
condiciones de vida que obliguen a las familias y a las empresas a
recurrir constantemente al crédito. Por ejemplo, reduciendo los
salarios de los trabajadores o los ingresos de los autónomos y los
pequeños y medianos empresarios, o impidiendo que haya un amplio
mercado de alquiler de viviendas.
Además, cuando un banco da un crédito no deja el contrato en un
cajón de sus oficinas, sino que -para sacarle todavía más rendimiento-
lo “tituliza”, es decir, que lo vende a otros inversores que, a su
vez, lo venden a otros, y éstos a otros, y estos a otros más… en una
espiral especulativa sin fin. Hasta que todo eso estalla, cuando
alguien deja de pagar su crédito y entonces echa por tierra toda la
inversión sucesiva.
Decimos que se ha producido una burbuja cuando el precio de esos
contratos (puro papel) sube y sube sin cesar simplemente porque los
inversores los compran porque saben que su precio va subiendo. Y saben
que el precio va a subir sencillamente porque ellos mismos (y todos
los que actúan así) hacen que suba cuando compran.
Así se formó la burbuja de las hipotecas basura. Los bancos de todo
el mundo habían invertido billones de euros y dólares en papeles
“derivados” de los contratos de préstamo hipotecarios originales, y
cuando miles de personas dejaron de poder pagarlos en Estados Unidos
todo se vino abajo: los bancos quebraron y su capital perdió una gran
parte de su valor. Los gobiernos deberían haberlos dejado caer y
recurrir a bancos públicos, pero en lugar de eso cedieron al enorme
poder de los banqueros y les dieron ayudas multimillonarias para que los
más poderosos saliesen adelante. Ahora estamos viendo que eso solo ha
servido para hacerlos aún más ricos y no para salir de la crisis, como
decían.
Esas burbujas se forman gracias a que las autoridades han renunciado
a vigilar a los bancos y a poner límites a la creación casi ilimitada
de crédito que llevan a cabo para ganar cada vez más dinero. Y, por
supuesto, proporcionan beneficios gigantescos a los grandes inversores y
a los bancos. Por eso los bancos están constantemente estudiando las
fórmulas que les permiten difundir más crédito, crear más deuda,
causando así nuevas burbujas.
Ya he mencionado la vía de reducir salarios y la de promover la
adquisición de viviendas en lugar de alquilarlas. Es evidente que así
se obliga a pedir más créditos. Pero en los últimos años han utilizado
también otro procedimiento que están tratando de impulsar en España:
los préstamos a los estudiantes para que éstos puedan pagarse los
estudios.
¿Cómo hacer para que haya miles de estudiantes que pidan préstamos y
así aumente aún más el negocio y el beneficio de los bancos? Muy
sencillo. Primero se hacen reformas fiscales que disminuyan los
ingresos del Estado, y luego se aprovecha que hay que hacer gastos
extraordinarios debido a la crisis y que ambas circunstancias producen
déficit público. Entonces se dice que no hay dinero suficiente y se
suben los precios de las matrículas hasta llegar a niveles que es
imposible que puedan pagarlos familias de ingresos medios o bajos que,
sin embargo, siempre van a estar dispuestas a todo con tal de que sus
hijos estudien.
En Estados Unidos, donde este negocio bancario de los préstamos
estudiantiles ha crecido extraordinariamente en los últimos años, la
matrícula de los colleges públicos ha subido un 73% de 1999 a
2009, y el de los privados un 34%, mientras que los ingresos familiares
medios han descendido un 7% (lógicamente, mucho más en las clases de
ingresos más bajos). A escala nacional, la financiación estatal y local
por estudiante se redujo en un 24% de 2001 a 2011 mientras que las
matrículas aumentaron en un 72%. En el Reino Unido el precio de las
matrículas universitarias casi se triplicó a partir de la última
reforma, y el PP ha llegado a incrementarlas en España el 65% en algunos
casos.
Paralelamente a estas subidas se pone en marcha y se incentiva un
sistema de préstamos a los estudiantes que se presenta aparentemente
como muy atractivo y generoso, pero que a la larga se convierte en una
losa de la que miles de jóvenes no pueden liberarse.
En Chile se calcula que hay entre 100.000 y 200.000 atrapados por
créditos y literalmente acosados por los bancos porque al final suman
tres veces más cuantía de la cifra inicial(El millonario robo del Crédito Corfo: Más de 100 mil ex estudiantes viven acosados por los bancos, en
http://bit.ly/KwcrIL). En Estados Unidos, el 94% de los estudiantes
que obtuvieron una licenciatura pidieron prestado para pagar una
educación universitaria (casi un 45 por ciento más que hace veinte
años), y eso ha hecho que la deuda estudiantil sea ya de un billón de
dólares (he dicho bien: un millón de millones) a finales de 2011,
aumentando a razón de 3.000 $ por segundo (Stephen Lendman, America’s Student LoanRacket. Global
Research 9 de junio de 2012, en: http://bit.ly/QfTyQX). Y también allí
un porcentaje cada vez mayor de ellos no puede devolverlos, sobre todo
teniendo en cuenta que el 53,6% de los graduados menores de 25 años o
no tienen trabajo o están subempleados, lo que hace que aumente sin
cesar la carga de los intereses que tienen que soportar.
Todo esto es lo que están tratando de establecer en España. La
presencia de los bancos, y muy especialmente del Banco de Santander, en
las universidades no se debe, como se quiere hacer creer, a su
espíritu filantrópico. Como tampoco es casual la composición de la
comisión de “sabios” formada por el ministro Wert para reformar la
universidad y en la que también se encuentra uno de sus más destacados
consejeros.
Al igual que sucede cuando recortan el gasto sanitario o en
pensiones para promover el negocio privado, suben ahora los precios de
la matrículas universitarias para ir preparando el terreno a este nuevo
tipo de préstamos, que, como ocurrió con el endeudamiento de los
últimos años, al final solo es una nueva fuente de negocio para la banca
y mucha más esclavitud para la sociedad.
Todavía estamos a tiempo de impedirlo.
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