Prólogo escrito por Vicenç
Navarro titulado “Lo que está en juego” en el libro “La sanidad (y
nuestra salud) está en venta”, escrito por Joan Benach, Carles Muntaner,
Gemma Tarafa y Clara Valverde, febrero de 2012.
La Segunda Guerra
Mundial fue una guerra contra el nazismo y el fascismo llevada a cabo
por una alianza mundial de fuerzas progresistas con el objetivo de
alcanzar un mundo mejor. El enorme sacrificio que significó la guerra,
sobre todo para las clases populares de los países participantes en el
conflicto bélico, se hizo con la esperanza de que con la derrota del
nazismo y el fascismo en cada país se construyera una sociedad capaz de
alcanzar las expectativas de las generaciones presentes y futuras. Parte
de estas expectativas fue el desarrollo de un diseño internacional, que
incluyera una sociedad de naciones llamada Naciones Unidas, orientada a
desarrollar y garantizar los derechos humanos en cada país, entre los
cuales destacaba el derecho a la salud. Ese fue el momento en que la
salud se definió no sólo cómo la ausencia de enfermedad, sino también
como buena calidad de vida y como el bienestar social de las personas y
las comunidades. Para todo ello hacía falta desarrollar al máximo el
potencial humano en todas sus dimensiones, no sólo biológicas,
psicológicas y emotivas, sino también las sociales. Esta concepción de
lo que es la salud, ha sido el banderín de enganche de todas las fuerzas
que han luchado durante los siglos XX y XXI por una sociedad que
permita y facilite el logro de ese derecho humano. Ello explica que la
gran mayoría de Constituciones actuales hayan incorporado ese derecho
entre los más importantes en su compilación de derechos, siendo una
función de los Estados respetarlo, apoyarlo y desarrollarlo. Así
consta, por ejemplo, en el artículo 43 de la Constitución Española, que
claramente reconoce “el derecho a la protección de la salud (…)
Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a
través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios
necesarios. La Ley establecerá los derechos y deberes de todos al
respecto”.
Hoy es importante reafirmar de nuevo
ese derecho, en un momento en que muchos representantes políticos
parecen poner en cuestión tal derecho. Recientemente, nada menos que el Conseller de Salut
del Gobierno de la Generalitat de Catalunya, el Sr. Boi Ruiz, ha
indicado que la salud es un bien privado que depende de uno mismo y no
del Estado, una postura que entra claramente en contradicción con la
Constitución Española y con el Estatut d’Autonomia de Catalunya
(aprobado en referéndum por la población catalana, el Parlament de
Catalunya y las Cortes Españolas), donde consta claramente que el Estado
y la Generalitat de Catalunya tienen que garantizar tal derecho. Que la
máxima autoridad sanitaria catalana niegue o cuestione ese derecho,
transformándolo en una mera prerrogativa individual, personal y privada
es extremadamente regresivo. Es probable que en España ésta no sea una
voz aislada, pues en la actualidad muchos otros personajes con
responsabilidad pública actúan acorde con esa visión privatizadora y
mercantil de la salud y de la sanidad que nos retrotrae al siglo XIX o
inicios del siglo XX, antes de la Segunda Guerra Mundial, que echa por
los suelos el derecho adquirido reflejado en la Constitución y el Estatut.
Derechos, por cierto, que fueron refrendados en la Ley General de
Sanidad y en la recientemente aprobada Ley de Salud Pública catalana.
El libro del cual forma parte este
prólogo documenta ampliamente las consecuencias que la privatización y
la mercantilización tienen en la sanidad, la salud y la equidad. Con el
detalle y rigor que caracterizan los bien conocidos trabajos de
investigación de sus autores, el libro va desmontando pieza a pieza el
enorme entramado ideológico, tecnocrático y político construido -con la
inestimable ayuda de las cajas de resonancia proveídas por los grandes
medios de comunicación- para justificar la venta de la sanidad pública y
la progresiva eliminación del derecho a la salud.
Otro aspecto relacionado con el punto anterior y también muy preocupante es la aseveración del Conseller de Salut
de la Generalitat, Boi Ruiz, de que la salud de la ciudadanía depende
de su genética, los antecedentes familiares y hábitos personales. Este
libro muestra el enorme error planteado por esa sesgada postura
ideológica que, por cierto, está ampliamente aceptada por grandes
sectores de los establishments conservadores. Si bien esos
factores influyen en la salud de la población, su valor explicativo es
menor frente a otras variables y factores sociales y políticos de mucha
mayor importancia pero que raramente aparecen en los medios de mayor
difusión. La literatura científica, bien analizada y resumida en este
libro, es contundente. El componente genético juega un papel menor en
explicar el nivel de salud de la población. Mayor importancia tienen los
comportamientos dietéticos, el ejercicio físico y otros “estilos de
vida” relacionados con hábitos que reflejan conductas de las personas.
Pero incluso estos factores tienen menos importancia que lo que la OMS
denomina Determinantes Sociales de Salud, otro tema central del
texto. Tal término incluye la acumulación de factores sociales como el
desempleo, la precariedad laboral, la contaminación ambiental, la
disponibilidad de vivienda digna, la inseguridad alimentaria y el
limitado acceso a una alimentación adecuada, las facilidades educativas,
las desigualdades de renta y propiedad, la escasa posibilidad de
participación y expresión democrática, entre otros. El hecho de que un
ciudadano de Pedralbes en Barcelona (uno de los barrios más pudientes de
la ciudad), viva 10 años más como promedio que un ciudadano de Nou
Barris (un barrio de clase trabajadora no cualificada), no se debe, como
parece creer el Conseller Boi Ruiz, a que tengan estructuras genéticas
distintas o comportamientos personales diferentes, sino al contexto
económico, político y social que configura su desigual nivel de salud y
calidad de vida.
Por otra parte, el texto identifica y
plantea con nitidez otro tema esencial: la gran importancia de la
atención sanitaria pública como determinante de la salud y la equidad.
Esa atención sanitaria pública, fruto de largas luchas sociales, está
hoy fuertemente cuestionada y atacada por fuerzas económicas y políticas
muy conservadoras que, como el libro señala con precisión, utilizan
estrategias como la difusión de la ideología biomédica de la salud,
“culpabilizar” a los enfermos de abusar del sistema sanitario o no
cuidar su salud, difundir el sistema privado de lucro, la supuesta mayor
“eficiencia” de la gestión privada por encima de la pública, la
necesidad de “racionalizar” un sistema público debilitándolo e
instaurando copagos y mecanismos de gestión privados que supuestamente
harán que el sistema público sea “más eficiente y sostenible.” Los datos
y argumentos que presentan los autores (investigadores de gran
prestigio y reconocimiento internacional, dos de los cuales han sido los
únicos miembros catalanes y españoles que participaron en la Comisión
de Determinantes Sociales de la Salud de la OMS) son robustos y deben
ayudar a que toda la sociedad realice una profunda reflexión sobre estos
temas forzando a que las autoridades públicas mantengan y amplíen el
derecho a la sanidad y la salud de la población catalana y española, tal
y como apoya el 87% de la población según las encuestas.
En un importante capítulo final, el
libro apunta también a que la “solución” de esa preocupante situación no
es técnica sino política, y que los retos son muy importantes.
Destaquemos tres: cambiar el lenguaje y la conciencia personal y
colectiva sobre la salud y sus causas mostrando un modelo de salud
público alternativo al discurso neoliberal dominante que tenga en cuenta
los determinantes sociales; hacer alianzas entre los movimientos
sociales y las fuerzas populares con los profesionales, investigadores,
expertos y académicos que trabajan en favor de la sanidad pública y la
equidad; y reconstruir luchas democráticas, participativas y unitarias
que frenen la privatización de la sanidad pública defendiendo su
universalidad, equidad y calidad.
La población debe ser consciente de
lo que está en juego: un derecho esencial como la sanidad pública y la
salud que, fruto de largas luchas populares, está reconocido en los
documentos legislativos. Si la información es poder, el conocimiento
incluido en este libro constituye un recurso muy valioso que ha de
permitir concienciar y dar más poder a la ciudadanía para defender un
derecho hoy seriamente amenazado.
Barcelona, 13 de febrero de 2012
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