Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario PÚBLICO, 19 de abril de 2012
Este artículo señala como la
alianza entre la banca alemana y la banca española fue determinante para
la producción del comportamiento especulativo de esta última, siendo
ello una de las causas más importantes de la crisis financiera en
Europa.
La gran debilidad del argumento
neoliberal, que asume que el mayor problema de la economía española es
el déficit y la deuda pública del Estado español, es que los datos,
fácilmente accesibles, muestran su insostenibilidad. Cuando la crisis
empezó en España, el Estado español no tenía déficit. Antes al
contrario, tenía un superávit, mayor, por cierto, que el que tenía el
Estado alemán. En 2007, el superávit del Estado español era equivalente a
1,9% del PIB, más de seis veces superior al alemán, 0,3% del PIB. Y un
tanto parecido ocurría con
la deuda pública, que representaba en España un 27% del PIB, casi la
mitad de la deuda pública alemana, 50% del PIB. En realidad, España era
un “modelo” y punto de referencia del pensamiento neoliberal mostrado
por los economistas neoliberales como ejemplo de “ortodoxia” económica.
Tener un superávit muy superior y una
deuda pública muy inferior a la de Alemania no nos sirvió de nada. No
nos protegió de la crisis. ¿Cómo puede, entonces, decirse ahora que la
mayor causa de la crisis es el elevado déficit y la deuda excesiva,
cuando tener déficit cero y deuda pública baja no evitó que tuviéramos
la crisis que tenemos, con más de un 23% de la fuerza laboral en paro?
¿Y por qué esta explicación de la crisis continúa dándose cuando la
evidencia existente, mostrando su error, es tan abrumadora?
Y para responder a esta pregunta hay que
fijarse en cuáles son las voces más estridentes en defensa de tal
explicación de la crisis. Y entre tales voces aquellos que tienen un
lugar prominente son el Banco Central Europeo y la banca alemana, y el
Banco de España y la banca española, que son en realidad los que crearon
precisamente la crisis. En realidad, la banca alemana jugó un papel
clave en la génesis de la crisis y en su desarrollo. Según The Bank for
International Settlements (BIS) (Junio 2010), la banca alemana prestó
109.000 millones de euros a la banca española, con los cuales ésta, en
alianza con el sector inmobiliario, invirtió masivamente, no en la
economía productiva del país, sino en la economía más especulativa
posible, creando la burbuja inmobiliaria que, al explotar, provocó la
enorme crisis y el enorme problema de la deuda privada de España, que
alcanzó dimensiones astronómicas (227% del PIB). La banca alemana
consiguió enormes beneficios, beneficios que, por cierto, no invirtió en
Alemania para estimular la demanda doméstica alemana, incrementando los
salarios y la protección social de Alemania (tal como Oskar Lafontaine,
entonces Ministro de Economía y Hacienda del gobierno alemán, y uno de
los economistas más clarividentes hoy en Europa, quería que se hiciera y
que, al no hacerse, rompió con el canciller Schröder, el presidente
socialdemócrata alemán responsable, junto con la canciller Merkel, de
las políticas de austeridad a nivel alemán y europeo, políticas
promovidas por la banca alemana). En lugar de estimular la demanda
alemana (y europea), los grandes beneficios que Alemania consiguió de su
actividad especulativa en España (y en otros países periféricos de la
Eurozona, como Grecia y Portugal), los utilizó para acumular más y más
euros, convirtiéndose en la mayor fuente de euros en Europa. El euro le
ha ido pero que muy bien a la banca alemana.
Ahora bien, cuando la burbuja
especulativa inmobiliaria explotó, a la banca alemana le entró el
pánico, pues tenía gran parte de su capital prestado a la banca española
y, en mucho menor grado, al Estado español (un 10% de su inversión
bancaria). Y comenzó a promover la idea falsa de que el euro estaba en
peligro. Lo que estaba en peligro, sin embargo, es que la banca alemana
perdiera los fondos prestados a España y a otros países periféricos de
la Eurozona. En realidad, el euro nunca estuvo en peligro. Su valor
osciló, pero no bajó sustancialmente de valor comparado con el dólar.
Y de ahí derivan las políticas de
austeridad, cuyo único objetivo es que se pague a los bancos alemanes (y
franceses) la deuda tanto privada como pública que tienen. La mal
llamada ayuda de la Unión Europea y del FMI a los países periféricos es
ayuda para que paguen a los bancos alemanes y franceses primordialmente.
Pero estas políticas de austeridad con
la bajada de salarios, disminución de la protección social y recortes
del gasto público están creando un problema gravísimo que se llama Gran
Recesión, causada por el enorme descenso de la demanda doméstica y por
la escasez de crédito, y que es la causa de la disminución de la
actividad económica y con ello del descenso de los ingresos al Estado (y
consiguiente aumento del déficit y de la deuda pública). Y ahí está el
problema oculto y que algunos hemos estado denunciando desde el
principio (ver el libro Hay alternativas, de Navarro V., Torres J. y
Garzón A. enwww.vnavarro.org). La evidencia científica que apoya este
diagnóstico es abrumadora. Las políticas que está imponiendo la banca
alemana y francesa (y española) y sus portavoces políticos, incluyendo
Merkel-Sarkozy y Rajoy son un suicidio económico.
Cabe entonces hacerse la pregunta de
¿por qué continúan promoviéndola? Una respuesta es que los dogmas
económicos son tan irracionales como los dogmas religiosos. El
pensamiento neoliberal es un dogma impermeable a los datos y hechos.
Pero el que continúe reproduciéndose se debe a que sirve a unos
intereses, los intereses de la banca, con la complicidad de los
políticos afines (el Ministro de Economía del Estado español, el
Presidente del BCE, así como gran numero de personas responsables de
llevar a cabo y estimular las políticas de austeridad son banqueros o
próximos a la banca), que asumen que los intereses particulares de la
banca coinciden con los intereses generales del país, lo cual no es así,
como bien documentan los estudios rigurosos que muestran que las causas
de la crisis son el comportamiento negativo del BCE y del Banco de
España, y de los bancos que en teoría supervisan, pero que en la
práctica se benefician a costa del interés general.
En realidad, las soluciones son fáciles
de ver. Y consisten en seguir políticas de estímulo económico, con un
intervencionismo público que estimule la economía a base de crear
empleo, junto con el establecimiento de bancas públicas y una regulación
del sector bancario, forzándole a que recupere su función social, la
oferta de crédito. Pero, el que no ocurra se debe a la enorme influencia
de la banca y otros componentes del capital financiero en las
instituciones políticas y mediáticas de España y de Europa. Así de
claro.
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