Artículo publicado por Vicenç Navarro, 30 de diciembre de 2011.
Este artículo cuestiona la
percepción, ampliamente generalizada en sectores de la socialdemocracia
española, de que el gobierno Schroeder realizó políticas que, a pesar de
su impopularidad, las llevó a cabo para modernizar a Alemania. De esta
manera se considera que el Presidente Zapatero sacrificó su gobierno y
el partido socialista para salvar a España. El artículo señala que, en
realidad, Schroeder sembró las bases para la crisis actual y el gobierno
Zapatero no resolvió el problema grave que tiene España.
En círculos próximos al gobierno
Zapatero se ha intentado presentar al Presidente Zapatero como el
político que “se sacrificó para salvar a España”, comparándolo con el
canciller Schröder de Alemania que, aunque era consciente de que iba a
antagonizar a sus bases electorales con sus políticas de claro corte
neoliberal, tiró adelante con ellas, pues creyó que con ello salvaba a
Alemania de la situación de estancamiento económico en que se
encontraba. Retrospectivamente parecería que los defensores de tales
políticas llevan razón en el enjuiciamiento de la figura de Schröder
como “el salvador de Alemania”. Este país parece ser el único en la
Eurozona que no tiene problemas con su deuda pública: los intereses de
su deuda son los más bajos y estables de la Eurozona. Y la inflación y
el desempleo son los más bajos de tal comunidad monetaria. Parecería,
pues, que los mercados financieros tienen plena confianza hacia el
Estado alemán que, con su rigor y disciplina, se ha convertido en el
modelo y punto de referencia de los otros países de la Eurozona. Hasta
aquí la percepción ampliamente promovida por los medios de mayor
difusión que tienden a ser de sensibilidad neoliberal. Veamos ahora los
datos.
Pero antes, es importante conocer el
debate que hubo entre el presidente del gobierno socialdemócrata, el
canciller Schröder y su ministro de Economía, Oskar Lafontaine, un
debate de gran relevancia no sólo para Alemania, sino para el resto de
la Eurozona y la Unión Europea (UE). Schröder dio toda prioridad en su
política económica a estimular la economía a base de acentuar las
exportaciones, lo cual significó una gran concentración de euros en
Alemania, que se emplearon en comprar deuda pública de los países PIIGS y
también en prestarlo a las bancas privadas de tales países (Grecia,
Portugal, Irlanda e Italia), la suma de cuyos déficits comerciales es
igual al superávit de Alemania.
Esta gran acumulación de euros la
consiguió Schröder a base de reducir el porcentaje del valor producido
(por la elevada productividad) que iba al mundo del trabajo, a costa de
aumentar el porcentaje que iba al capital (es decir, al mundo
empresarial de la banca y de las empresas exportadoras). Una condición
para que Schröder pudiera conseguir esta situación fue el debilitamiento
del mundo del trabajo, consecuencia de la aplicación de las medidas
neoliberales del canciller Schröder (tal como también ha estado haciendo
el gobierno Zapatero y que, sin ninguna duda, continuará haciendo el
gobierno Rajoy). Un resultado de ello es que en Alemania se han perdido
2.1 millones de empleos a tiempo completo, siendo sustituidos por 1.1
nuevos puestos a tiempo parcial, medio millón de autónomos y otro medio
millón de trabajos temporales. Es cierto que el desempleo es
relativamente bajo, 7,1% (en comparación con el promedio de la UE-15)
pero ello no se debe a las reformas de Schröder, sino al sistema de
cogestión (en el que los trabajadores en las empresas participan en la
gestión de las empresas) que facilita la retención de puestos de trabajo
a base de reducir las horas de trabajo, transformando trabajo a pleno
empleo en trabajo parcial o temporal. Resultado del debilitamiento del
mundo del trabajo se ha conseguido reducir los salarios y la protección
social. Alemania ni tiene salario mínimo y millones de alemanes tienen
salarios de 400 euros al mes, la solución propuesta por la gran patronal
española. El porcentaje de trabajadores pobres creció de un 15% en 1998
a un 22% en 2005.
No existe plena conciencia en los
círculos mediáticos y políticos de la Unión Europea lo erróneo que es
definir el modelo alemán, basado en las exportaciones, como modélico. El
politólogo y economista alemán Fabian Linder ha escrito extensamente
señalando el escaso éxito de tal modelo (ver “Following Germany’s Lead
to Economic Disaster”). El crecimiento económico alemán ha sido muy
bajo y lento, debido a una escasa demanda doméstica, resultado del
descenso muy notable de los salarios reales ocurrido como consecuencia
de las medidas llevadas a cabo por Schröder y continuadas por Angela
Merkel.
Schröder ganó aquel debate y Lafontaine
perdió y, con él, la clase trabajadora alemana y las clases populares de
los países de la UE. Lafontaine quiso basar el estímulo económico de
Alemania en el crecimiento de la demanda doméstica, redistribuyendo el
crecimiento del producto (producido por la elevada productividad) en
dirección de los trabajadores. Con ello las importaciones habrían
aumentado y las exportaciones habrían descendido, estimulando así las
economías de los otros países de la Eurozona. En su lugar, el modelo
Schröder, continuado con Merkel, quiere exportarse a todos los países,
lo cual es imposible, pues la disminución de la demanda doméstica de
todos los países está conduciendo a la Gran Recesión y Depresión,
incluida Alemania.
En realidad, lo que estamos viendo es
una alianza de clases entre la banca (y la gran patronal) en España y la
de los países periféricos, en contra de los intereses de las clases
populares alemanas y las de los otros países. Es, como bien ha dicho
Jeff Faux, fundador de Economic Policy Institute, de Washington D.C.,
“la exitosa lucha de clases a nivel internacional”. Y ahí está el
problema. El diseño del euro y de la Eurozona estaba orientado para que
ocurriera lo que está ocurriendo. Al impedírsele a un país que pudiera
devaluar su moneda, éste se vio en la necesidad de devaluar sus salarios
y debilitar su protección social. Éstas eran las dos alternativas que
siempre se presentaban como las dos únicas posibles. Pero hay otra, y es
la respuesta colectiva a base de estimular la economía mediante
políticas expansivas, tanto de subidas de salarios como de aumento del
gasto público, mejorando la infraestructura física y social del país,
tal como ocurrió con el New Deal en EEUU y con el Plan Marshall En
Europa después de la II Guerra Mundial, y tal como también proponía
Oskar Lafontaine para Alemania y para la Unión Europea. El hecho de que
este último perdiera en aquel conflicto fue una gran oportunidad perdida
para Alemania y para todos. Y algo semejante ha ocurrido con el
gobierno Zapatero. Sería de desear que el PSOE en su necesaria
autocrítica del gobierno Zapatero fuera consciente de ello. Ni que decir
tiene que tal gobierno hizo reformas positivas y algunas de ellas muy
positivas. Pero, su talón de Aquiles fue su política económica que fue
de clara orientación neoliberal y que debiera cambiarse profundamente,
con un cambio de personal que dudo que se realice. Hasta ahora no ha
ningún asomo de crítica de tales políticas.
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