miércoles, 21 de diciembre de 2011

BIENVENIDO, INVIERNO (ISMAEL SERRANO)

Mañana grabo algunas guitarras. Estos son días largos. Y, a veces, me siento como el muchacho que grita tu nombre al otro lado de la calle. Más allá de los coches, tú, recorres la otra acera, con tu mirada de cerezo y niña perdida. El tránsito, el estrépito de una ciudad efervescente devora la voz del muchacho y sigues tu camino de nieve camino a donde todo termina. Sin oír su grito, sin ver su rostro. 
A veces, ya ves qué tontería, me siento así. O como el que viaja en el metro, en un vagón lleno de tarde de otoño y de acantilado, y encuentra, a través de la ventana, una cara conocida. Uno, dentro del vagón; tú, en el andén contrario, esperando a que llegue tu tren, viajando en otra dirección, pensando en tus cosas, frente a un cártel de unos grandes almacenes, con la cara llena de ayer. Nada puedes decir. Sólo sonríes y vigilas. Y la gente parece otra cuando no se sabe observada. El vagón inicia su marcha y todo se fuga.
Sigo grabando mi nuevo disco. Veo el noticiero.
Leo que el nuevo ministro de economía será el que fue presidente de Lehman Brothers en España en los tiempos en que todo se derrumbaba. Experto en derribos y fiel creyente de los mercados libérrimos y sacrosantos. Qué cosas: ahora le decimos Mercados; antes, Capitalismo. El de toda la vida.
Como dijo Sabina, el diario no hablaba de nosotros.
Madrid no quiere ser invierno y la cola de la gente que quiere comprar lotería de Navidad da la vuelta a la manzana varías veces, como una enredadera quebrada por la helada en torno al hierro oxidado. 
Toco la guitarra mientras espero. Y una cara llena de pecas, al otro lado del cristal, me saca la lengua. Me sonríe.
Bienvenido, invierno. Seremos otros y mejores, a pesar de las heladas, del viento en proa. O por eso.

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