jueves, 1 de septiembre de 2011

Mamihlapinatapai (ISMAEL SERRANO)

Tras un largo viaje de 16 horas en autobús llegamos a Neuquén y dimos el primero de los dos recitales que realizaremos en la ciudad. Con algo de retraso (fuimos de nuevo presos de las cenizas de un volcán) dejo la nueva entrada en el blog.

Mamihlapinatapai


Mamihlapinatapai es una palabra del idioma de los indígenas yámanas de Tierra del Fuego, listada en el Libro Guinness de los Récords como la "palabra más concisa del mundo", y es considerada como uno de los términos más difíciles para traducir. Describe "una mirada entre dos personas, cada una de las cuales espera que la otra comience una acción que ambos desean pero que ninguno se anima a iniciar" (De la wikipedia)

Ardían en las farolas de aquella calle supernovas
y vibraba mi pecho como la caja de un violín,
madera maltratada por las despedidas y el invierno.
Miraba los taxis vacíos, saludaba a los niños
que desde los coches agitaban sus manos.
Te esperaba a la puerta de un teatro
y era tu barrio un carrusel ardiendo,
torbellino implacable de hojas secas
y jazmines sin flor trepando por las verjas.
Entonces apareciste bajándote de un coche.
Mamihlapinatapai.
Mirábamos el primer acto y en nuestras sienes
latían mariposas durmiendo en crisálidas azules.
Reías en el asiento de al lado y entre las butacas
saltaban peces voladores y las lámparas que marcaban
la salida de emergencia llevaban todas a tus labios.
Mamihlapinatapai.
Yo te comenté algo sobre uno de los actores,
cualquier tontería, me acerqué a ti,
y una ráfaga de futuro me cruzó la cara,
atravesando la cortina de tu pelo.
Ahora sé que se dora con los atardeceres,
pero por aquel entonces sólo intuía que en su cascada
podrían lavarse todas las almas del mundo
del barro que dejan las tormentas de estos días.
Mamihlapinatapai.
Salimos comentando la obra, poniéndonos los abrigos
y el hierro de las corazas que nos salvan
del hielo de la luna y los desengaños.
Éramos Adán y Eva expulsados del Edén.
Caerán ahora, pensaba, los besos y los adioses
sobre mi rostro como el trozo azul de un glaciar.
Tú callabas mirando la calle
como buscando a lo lejos algo,
una isla perdida sin mapas ni tesoros,
un taxi libre quizá.
Mamihlapinatapai.
¿Tomamos algo?
Y en mi sonrisa sonreían todos los hombres del mundo.
Me encantaría.
La noche acarició el arroyo de tu pelo,
abrazó a los niños que no sueñan
y me llevó de su mano hasta tu casa.
Mamihlapinatapai.

Ismael Serrano 
http://iserrano.blogspot.com/

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