La tamborrada constante que nos cae encima con la semana santa es una especie de metáfora de nuestros días. Ese estruendo que empieza ya a robarnos el sueño en la lejanía de los ensayos que los cofrades hacen en lugares retirados pero cercanos a la postre dado el ruido que meten y mucho antes de que empiece el sarao procesional, son como el manto de la profecía ruidosa que se nos viene encima, ese diálogo de sordos con que nos regala la majadería circundante de lo que sucede en el mundo.
Parece como que la escena sociopolítica no es otra cosa que un soga-tira del que los más cerriles se llevan el gato al agua, y para perlas, las que nos regala José María Aznar, jefe del cotarro de la FAES, que no hace otra cosa que pegar sustos en el núcleo del partido del que fue líder, pasado que no logra asumir este hombrito, dado que al día de hoy ya no lo es.
El que vaya por ahí haciendo mala prensa de su país de origen, con el ánimo de un niño pequeño que no sabe llamar la atención más que con pataletas a pesar del daño que hace sin fundamento, o que vaya por el mundo hablando “del extravagante amigo Gadafi”, pero amigo, hace que del país que pisamos a diario se perpetúe la imagen de la pandereta y la castañuela como máximo exponente de una energía dudosamente renovable, y ya excesivamente cansina.
Pero lo que yo ni nadie alcanza a comprender, es porqué la sombra de este señor es tan alargada. Quizá sea por la cantidad ingente de abdominales que dice hacer, porque el hombrito está en forma, pero no creo que sea el temor físico de sus compañeros de partido a amenazas del tipo “te meto una hostia”, las que tengan atenazados los sentires internos de molestia que este elemento distorsionador regala al seno del Partido Popular, y lo escribo sin poner las siglas, como para acompañarlos en el sentimiento.
Y es que no debe haber nada peor que tener en casa un hijo con tal pavo encima, cual adolescente indómito en un alarde de rebeldía contra todo, pero claro, el hombrito ya tiene su edad para andarse con pavadas tan estentóreas ante los ojos del mundo.
Digo yo que si no podrían llevar a este pájaro insufrible a algún tipo de terapia, a Portaventura, A Disneyland París o algo así medio barato todo incluido. Que se los lleven por favor a todos, que hagan una fiesta con Mickey Mouse, y que se hagan todos amigos en ese frenopático tan bien pagado que es la universidad de Georgetown y paraninfos colaterales.
Aznar es como el pecholiebre que tenía atemorizado al hermano de Léolo, que estaba supercachas . Vean la peli, y entenderán qué le pasa al PP.
Jesús H. Cifuentes - el norte de castilla-
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