Con la que está cayendo se multiplican las personas que viven cada día con un mayor nivel de angustia en su vida, porque el cierre del grifo salarial es una puerta que una vez cruzada, te coloca en el abismo de la incertidumbre, la desesperación, la rabia y posteriormente te sitúa en la antesala de empezar a pensar en tomarte la justicia por tu mano, dado que es lo que hacen normalmente esos señores mucho mejor pagados que dirigen esta ruina.
Así las cosas, como este mundo supera las veces que haga falta la ficción, salta ahora la noticia de un robo realizado el pasado 28 de febrero, pero no un robo cualquiera, ni en un lugar cualquiera, porque si existen los robos de “guante blanco”, este es de “guante divino”. Resulta que en el barrio de Casablanca de Zaragoza está el convento de monjas de clausura Santa Lucía. El monasterio cisterciense, en el que viven 16 monjas, lleva asentado en la capital aragonesa desde 1588, y en ese convento había un armario en el que vivían a su vez en unas bolsas de plástico con un millón y medio de euros en billetes de 500 € en su interior que la comunidad cisterciense guardaba en efectivo en el cenobio. En los días en que vivimos prácticamente se puede acreditar que el billete de 500 € es el carné de identidad del maligno, porque todo el mundo sabe que la aparición improbable de ese tipo de billetes lleva detrás la firma de Satán, Berlusconi o Camps, que son parte de los múltiples nombres tras los que se oculta Belcebú.
Me encantaría ver la cara del comisario de policía que al llegar al convento se encuentra a las huesudas monjitas alteradas por el evento. Es como entrar en un cercado de tiernas corderas de dios en el que la sospecha huele raro, porque la pregunta general del público laico es ¿qué coño hace ese pastón con olor a dinero negro dentro de uno de los armarios del cenobio?
De siempre los hábitos de una monja han sido el lugar menos sospechoso que haya podido existir, de ahí su paralelismo con las corderas. Pero como todo tiene su cara B o su dinero B, los lobos siempre se han disfrazado de éstas para no levantar sospechas y más ahora que andamos con el río revuelto de los carnavales. Así que estoy loco por saber cuales son las pesquisas de este comisario respecto al autor o autora del hurto. Quizá el Arcángel San Gabriel andaba necesitado con la hipoteca o tenía deudas de juego divinas, no lo sé. Quizá el propio dios necesite financiación para un nuevo partido o la virgen María quiera operarse los labios o las tetas. Pero lo cierto es que nadie sabemos qué coño pasa al otro lado de las puertas de los conventos, porque solo llevamos siglos suponiendo que aparte de dulces, rosquillas y un cosetodo, al otro lado de los muros todo es paz y misticismo.
Espero que los ladrones sepan hacer verdadera caridad.
Jesus H. Cifuentes - el norte de castilla -
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