Los empleados de la alta política deberían haber tomado nota del momento en que George Bush le pilló el toro de los atentados de las torres gemelas. Estaba en un colegio sentado en el estrado en medio de la lectura de un libro (quizá de un cuento) cuando uno de sus matones le soltó al oído lo que estaba pasando, situación que le dejó la mente en blanco como si fuera un budista haciendo meditación. El caso es que durante un buen espacio de tiempo no hizo nada más que seguir con su teatrillo, libro en mano, del que las cámaras de la memoria registraron que estaba al revés, y él con su cara obtusa y los ojos reviraos, se preguntaría sin darle demasiada importancia si había oído bien.
Y digo esto porque cuando cualquier persona, (y mucho más si esta persona es un político) se pone a tiro de las preguntas ingenuas de los niños, es como quedarse desnudo ante la verdad, sin muchas esquinas cómodas en las que esconderse. Por eso no conviene relajarse entre los tiernos infantes si eres político (¿Los políticos son personas?), y hay cámaras y micrófonos de por medio.
Así las cosas, esta fue la imprudencia que cometió Rajoy el otro día en un programa de la emisora Cadena Cien recogida por Europa Press, en la que contestaba con cierta sorna las preguntas sin trasfondo de los niños, a las que respondía con un tono de sorna equivocado y con escasa pedagogía para mi gusto, como si los críos por serlo fueran gilipollas. El tipo les ha contado cosas tan edificantes como que su aportación en las tareas domésticas es nula, dado que ni cocina ni se hace la cama, pero que de llegar a la presidencia del Gobierno, sacará en "dos años" a España de la crisis económica, aunque se declare incapaz de explicar matemáticas a sus hijos de 11 y 5 años, cosa que pretende compensar con “dar lecciones sobre Geografía e Historia con absoluta solvencia”. Lo malo de su solvencia es la insolvencia que tiene, pues recordando sus tiempos como ministro de Educación y Cultura en el 99, recordaba haber conocido a Bigas Luna y Penélope Cruz, “que entonces estaban empezando”. El problema es que en ese año cuando ese director y esa actriz estaban “empezando”, Bigas Luna ya llevaba 13 hermosas películas 13 en su haber y Pé, en 1996 ya llevaba 11 películas, una de las cuales “Belle époque” contó con un Oscar y otra, “Jamón Jamón” (1993) la hizo con... ¡Bigas Luna!
En fin. Ese es el resultado del desencuentro político-infantil, del que como algún lector teme, es peligroso que tomen conciencia los críos no vayan a darse cuenta de que cualquier pelamanillas puede aparecer como salvador del país sin saber cómo ni por qué. ¡Y cobrando! Pero de buen rollo
Jesus Cifuentes
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