El Barómetro de Opinión del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) situó en tercer lugar a la clase política al ser mencionada como problema del país por el 21,7 por ciento de los encuestados. Y para nada es extraño, desde que la política navega por el lado oscuro.
Según la definición de político que hace la RAE, existen varias acepciones, entre las que se encuentra alguien “cortés, urbano”. Bajo esta acepción encontramos la piel de cordero que disfraza al lobo, la cara amable de esos que nos venden la moto o pretenden hacerlo. Y para ver un caso práctico, tomamos un ejemplo “al azar”. La dirección japonesa de Nissan accedió finalmente a que sean las plantas de la Zona Franca y Montcada i Reixac las que se encarguen de la fabricación del nuevo modelo de furgoneta de la marca para toda Europa. La decisión supone garantizar el trabajo para los empleados catalanes de Nissan hasta 2024. El ministro de Industria, Miguel Sebastián, vio ayer en la decisión de la empresa japonesa una corroboración de que "el diálogo social funciona".
Y ahora viene la otra acepción de político, de la misma RAE de antes, que lo define como alguien “cortés con frialdad y reserva, cuando se esperaba afecto”. El lobo enseñando ya los dientes, sin ningún disfraz que lo oculte. O sea, el cinismo llevado a la práctica.. Y es en lo que se transforma la letra pequeña del caso práctico que nos ocupa de la Nissan. A cambio de llevar a Cataluña la furgoneta, los operarios, que negociaban con la empresa desde diciembre, han aceptado congelarse el sueldo en 2012 y una subida del 0,5% para 2013 sea cual sea el IPC. A partir de abril de 2011, habrá 15 sábados laborables al año, 12 obligatorios y una bolsa de horas extras de 40 horas, 32 obligatorias. O sea, trabajar más tiempo y con mayor flexibilidad por menos dinero.
Y todo eso subvencionado por el gobierno, que pone alfombra roja para que la balanza del desequilibrio siga dando beneficios a las multinacionales, y así “todos contentos”.
Así que no es para menos que las estadísticas del desencanto y del desánimo sigan cobrando víctimas y adeptos. Con la que se nos viene encima entre esos mercenarios del lenguaje y la economía de sus propias arcas difícilmente podemos tener la esperanza de que el futuro no pase por el tradicional “apretar el cuello al obrero”, ahora que parecía que el clima social se había relajado en demasía.
La buena noticia es que quizá sea este el revulsivo para que las conciencias vuelvan a espabilarse. El pasado de la lucha lo tenemos a la vuelta de la esquina.
Jesus H. Cifuentes
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