Es ya más tarde de lo que a mi me gustaría para escribir esto, pero necesitaba saber cómo quedaba la Roja ante Alemania, y ahora ya lo sé, lo sabemos todos. Hemos ganado. El caso es que vi el partido en mi barrio, en el bar de Roque, en Girón, y hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien.
Allí nos juntamos una suerte de rebaño inconexo, que antes, durante, y sobre todo después del partido, no sabíamos que éramos una gran familia.
He tardado años en darme cuanta de ese poder desconocido que tiene el fútbol. Desde que un amigo que se llama Juanjo me inoculó la devoción por el Barça, y empezamos a jugar al fútbol todos los lunes a las diez de la noche en los campos del San Pío, mi sentimiento por el deporte rey era absolutamente escabroso. Para mi era más opio del pueblo que la propia religión, a la que nadie debería aportar ni un ápice de su IRPF, pero sin embargo se me han abierto las puertas de la comprensión cuando en el bar de Roque me encuentro a toda la gama de personajes inconexos dándose un abrazo, unidos por el asfixiante color del sufrimiento que a la postre se transforma en victoria.
Me gusta sobre todo que el gol que nos lleva a la final sea de un defensa, de una tapia más alta que cualquier führer pueda ser capaz de subir, y que esa tapia, ese muro que es Puyol, uno de los baluartes que tiene el Barça, que al día de hoy es casi parte de la mitad de la selección española, haya sido quien históricamente nos ha colocado en semifinales, o quizá en la victoria.
Puyol es un as. No sé si de copas o de oros, pero sea como sea, quizás por su parecido a Rosendo Mercado, con su napia y con sus rizos, con su insistencia en el trabajo bien hecho, nos ha llevado a todos los españoles a soñar con que, por un instante, otro mundo es posible.
No sé que pasará mañana, pero seguro que la Bolsa sube, y Zapatero siendo un calzonazos sacará rédito al beneficio de las casualidades. Es probable que cuado lean esto que escribo, que será cuado estemos tocando en Londres, la taquilla vaya mejor que si hubiéramos perdido………., pero de lo que estoy seguro es de que nadie hubiera unificado un sentimiento tanto como lo ha hecho esta selección, la mejor que se ha podido soñar para un país que vive de la mentira de burbujas diversas, salvo la de la realidad del barrio que como hoy, sigue siendo lo mejor que tenemos en el corazón del sentimiento. Ahí estaremos el domingo dándolo todo. Confiad en nosotros, chavales, que el amor es lo que tiene, que es incondicional, a pesar de los pesares. Dadme más goles, por favor.
Jesús H. Cifuentes - el norte de castilla-
No hay comentarios:
Publicar un comentario