jueves, 4 de febrero de 2010

Cementerio nuclear, razones a favor y en contra


El emplazamiento definitivo del Almacén Temporal Centralizado (ATC) de residuos radiactivos de alta actividad podría darse a conocer a finales de junio o principios de julio. La industria de este sector y los expertos en energía nuclear explican que es una instalación necesaria, segura, que genera riqueza y que no se puede considerar un cementerio. Las organizaciones ecologistas opinan lo contrario y aseguran que al apostar por la energía nuclear se frena el desarrollo de las energías renovables. A continuación, se muestran las principales argumentaciones de unos y otros.

Es necesario

Cerca de la quinta parte de la energía eléctrica generada en España en 2008 provino de las centrales nucleares. Al consumir electricidad, se estima que cada ciudadano español "produce" cuatro gramos anuales de residuos atómicos. En concreto, España tiene diez reactores nucleares, de los que dos ya no funcionan. Parte del uranio utilizado de la central de Vandellós I se envío a Francia en 1989 tras su desmantelamiento. A partir de 2011, este combustible reprocesado deberá volver a España, con una penalización de unos 60.000 euros diarios en caso negativo.

Las demás centrales guardan el combustible utilizado en unas piscinas especiales de sus propias instalaciones. El problema es que están llegando a su límite de capacidad: una de las piscinas de Ascó, en Tarragona, será la primera en enfrentarse a esta situación en 2013. En 2015 le llegará el turno a la otra piscina de Ascó; en 2019 a Santa María de Garoña (aunque se supone que deberá cerrar en 2013); en 2020 a Vandellòs II; en 2021 a Cofrentes y Almaraz I y, por último, en 2022 a Almaraz II. Las plantas de Trillo y Zorita ya han llenado sus tanques y tienen en su interior un almacén similar al que se quiere construir, aunque de menor tamaño.

En la actualidad, las centrales españolas acumulan más de 3.569 toneladas de residuos radiactivos de alta actividad, según el Foro Nuclear Español. Se estima en 6.700 toneladas los residuos que se alcanzarán en la fecha prevista de cierre de todas las centrales nucleares españolas. El futuro ATC podrá albergar 7.000 toneladas de combustible y residuos, y unos 1.900 metros cúbicos de restos procedentes del desmantelamiento de instalaciones nucleares.

La decisión sería la misma que la tomada con los residuos nucleares de baja y media actividad. Estos desechos, procedentes de hospitales, centros de investigación, industrias o las propias centrales nucleares, se depositan desde 1992 en una instalación ubicada en El Cabril (Córdoba). La Nuclear Regulatory Commission de EE.UU. considera este almacén como uno de los mejores del mundo.
Tecnología segura

La instalación HABOG (siglas que en holandés se corresponden a las españolas ATC) será el modelo para la construcción de este almacén atómico. El complejo holandés, ubicado en Borssele, una localidad de unos 20.000 habitantes que tiene también una central nuclear, es "el sitio más seguro de este país", según sus responsables. Funciona desde 2003 y está preparado para resistir terremotos de grado seis en la escala Richter, inundaciones, explosiones de gas licuado, huracanes y hasta el choque de aviones.

En cuanto a su efecto en la salud, la central holandesa todavía no cuenta con datos epidemiológicos suficientes. Ahora bien, estudios realizados en una central similar de Suecia, construida en 1985, no han detectado aumento de enfermedades asociadas a la radiación entre la población limítrofe.
Genera riqueza

El Ministerio de Industria prevé una inversión total de unos 700 millones de euros. El municipio que lo albergue recibiría 2,4 millones de euros anuales del Estado, mientras que los municipios que se encuentren en un área de doce kilómetros a la redonda recibirán 3,6 millones. Además, en concepto de cofinanciación, los ayuntamientos podrán contar con hasta otros 1,8 millones de euros si presentan un proyecto que implique el desarrollo local de la zona. Para la construcción de las instalaciones se estima un promedio diario de unos 300 trabajadores durante los cinco años de la primera etapa, con algún pico de hasta 500 trabajadores.

En este caso, el modelo del ATC holandés, en el que trabajan 53 personas, es diferente. El municipio no recibe compensación económica, salvo los impuestos que cobra como a cualquier otra instalación industrial. Sus responsables aseguran que ha tenido un efecto multiplicador que permite vivir de forma indirecta a muchas personas.
No es un cementerio

Por sus características no puede hablarse de un cementerio en el que se depositen para siempre los residuos. En realidad es un Almacén Temporal Centralizado (ATC), nombre técnico con el que se conoce a esta instalación. La idea es conservar en un único lugar los residuos acondicionados, sin que se produzcan reacciones en cadena, para mejorar su gestión y evitar los riesgos de tenerlos en varios lugares.

En teoría, la instalación estará diseñada para durar 100 años, pero se ha impuesto una limitación administrativa de 60 años. En este periodo se estima que la tecnología necesaria para su tratamiento definitivo ya estará desarrollada (algunos científicos creen que incluso en la mitad de tiempo). Se habla de tres posibles soluciones:

* Reutilización: el plutonio se podría volver a aprovechar como combustible en centrales diseñadas con esa capacidad, las denominadas de tercera generación. Las centrales españolas son de primera y segunda generación; EE.UU., Francia o Finlandia levantan centrales de nueva generación.
* Trasmutación: además de reutilizar el plutonio, se aprovecharía el resto de elementos radiactivos minoritarios que lo acompañan, y se conseguiría combustible para miles de años. Esta capacidad la tienen los denominados reactores de cuarta generación. En la actualidad hay varios prototipos, pero todavía no han alcanzado una fase industrial.
* Almacenaje geológico profundo (AGP): consiste en enterrar los residuos en formaciones geológicas estables del subsuelo a gran profundidad, y añadirle barreras artificiales. De esta manera, podrían permanecer sin peligro durante los cientos de miles de años que dura su radiactividad. En la actualidad hay un AGP en el mundo. Se encuentra en Nuevo México, y es utilizado para almacenar los residuos militares de EE.UU. Para su generalización, se requieren avances en los sistemas de fabricación y gestión que lo hagan viable y en el conocimiento geológico para determinar posibles ubicaciones sin riesgo.

Razones en contra
No es seguro

Ninguna instalación es perfecta ni está exenta de riesgos, y el ATC no es una excepción. Al riesgo del propio almacén, se unen los posibles peligros de transportar los residuos desde diferentes puntos de España hasta él. Y se recuerda el carácter radiactivo, y por tanto, nocivo para el medio ambiente y la salud, de estos desechos. Además, nadie sabe qué podrá suceder durante los cientos de miles de años que estarán activos.

La organización Ecologistas en Acción ofrece tres ejemplos que hablan al respecto. En julio de 2007 un terremoto produjo el escape de agua radiactiva en una instalación de Japón, en teoría el país más seguro en este aspecto. Un mes antes, se produjo un terremoto similar cerca de Guadalajara, uno de los lugares que podría albergar el ATC. En segundo lugar, citan un polémico informe de los servicios secretos franceses, que señala el peligro de que los reactores de nueva generación puedan sufrir ataques tipo 11-S. Y en tercer lugar, recuerdan el error que se produjo en la mina alemana de Asse, lugar donde se guardaban los residuos de este país. Sus responsables ubicaron los residuos en una zona que ahora tiene peligro de derrumbarse.
No genera riqueza

Los municipios que albergan instalaciones nucleares se hacen dependientes y no generan tantos ingresos como aseguran sus defensores. La actividad nuclear supone en la práctica cerrar cualquier posibilidad de llevar a cabo en la zona un desarrollo rural verde. Las energías renovables vuelven a salir perjudicadas en el aspecto laboral: frente a los 300 empleados que podría conllevar el ATC, se recuerda que el final de las subvenciones a la solar fotovoltaica destruyó 20.000 puestos de trabajo el año pasado.

Rebecca Harms, copresidenta de Los Verdes Europeos, pone el caso de su municipio natal, Gorbelen. Situado en la Baja Sajonia alemana, fue elegido para instalar, hace 33 años, una central nuclear y un almacén de residuos. A pesar de haber recibido fondos, Harms asegura que "éramos de las regiones más pobres de Alemania y hoy seguimos siéndolo".
Perpetúa el modelo nuclear


Dar prioridad al ATC significa continuar con el apoyo a las centrales nucleares. Al problema, no resuelto, de los residuos radiactivos y su inseguridad inherente, se le unen otros inconvenientes. La energía nuclear produce una dependencia del exterior (el 100% del uranio es importado), impide que las energías "verdes" se desarrollen (una central nuclear no se puede apagar para dar entrada a las renovables) y es inestable e impredecible (en 2009 el conjunto de centrales nucleares españolas estuvo parado un total de 572 días, cuando para la recarga de "combustible" sólo tendrían que haber parado 200).
La tecnología no avanza tanto


El centro tecnológico asociado será en realidad un reactor nuclear de transmutación. Esta tecnología, que pretende hacer decaer la vida de la actividad radiactiva de los residuos, se investiga desde el inicio de la energía nuclear, hace más de medio siglo, y todavía no ha logrado avances significativos.

Así será el ATC

El Ministerio de Industria prevé que el emplazamiento del ATC se dé a conocer a finales de junio o principios de julio. Tendrá una capacidad tres veces mayor que el ATC holandés, pero su diseño será el mismo: una zona para recibir los residuos que llegan en tren o camión; una zona para tratar estos desechos; y el almacén en sí.

La estructura integral ocupará unos 283 metros de largo, 78 de ancho y 26 de alto, que se extenderá en una superficie de unas 13 hectáreas. También contará con un centro tecnológico para investigación y experimentación. Los residuos radiactivos se encerrarán en tres barreras superpuestas: unos muros exteriores de hormigón de al menos metro y medio de grosor capaces de resistir todo tipo de agresiones externas; un contenedor de acero y una cápsula también de acero dentro de la misma.

Según los responsables del Foro Nuclear, su instalación es "muy sencilla" y en principio, "cualquier lugar" de España tiene las condiciones necesarias para su emplazamiento. No obstante, se consideran excluidas las zonas naturales con alguna figura de protección especial: Parques Nacionales y Naturales, Red Natura 2000, zonas protegidas del Ministerio de Defensa, Montes de Utilidad Pública y terrenos de la Red Española de Vías Pecuarias, etc. También se descartan las zonas con elementos de interés patrimonial y emplazamientos que sólo dispongan de transporte por vía aérea o marítima.

Tras darse a conocer su emplazamiento, el ATC tendrá que pasar por varios trámites, entre ellos una declaración de impacto ambiental. En una primera fase, que podría durar unos cinco años, se prevé la preparación del terreno y la construcción de un primer edifico de almacenamiento del ATC y del centro tecnológico. Tras esta fase, se construirá un segundo edificio de almacenamiento que debería estar listo seis años después del inicio de explotación de la infraestructura. En la tercera y última etapa se elevaría el tercer edificio de almacenamiento, que debería acabarse catorce años después del inicio de las operaciones del ATC.

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