Me viene a la memoria una nueva polémica que ha saltado a la palestra. Se trata de una modelo internacional superqueso llamada Joanna Krupa, que ha prestado su imagen para una campaña en defensa de los animales llevada a cabo por la organización PETA (People for the Ethical Treatment of Animals). La modelona posa en actitud 'angelical' sobrevolando o levitando sobre un montón de cachorros de perrillos, tapando su entrepierna y prominencias de forma estratégica con una cruz que parece sacada de una portada de heavy metal. La foto quizá no sea demasiado afortunada a nivel estético, salvo por la superquesona pero, como les digo, lo que se pretende es promover la adopción de las mascotas que esperan enjauladas en los depósitos de animales, frente a la compra en las pajarerías y demás lugares de perversión animal.
Todos nos hemos dejado derretir en alguna ocasión ante el escaparate por algún cachorrillo de perro, por un racimo de hámsteres, una manifestación de idílicos patitos o un coro de periquitos trapecistas, todos ellos en su trena, cumpliendo cadena perpetua de fábrica, que debe ser la que más promueve la locura.
Y es que ese modelo trasnochado de animales en cautividad debería ser de una buena vez deslegitimado a todos los niveles, del que el más claro exponente es el circo.
Al día de hoy, existen miles de espectáculos que con la base de planteamientos circenses no utilizan animales en cautividad para sorprender al público, pero desgraciadamente sobreviven muchos más con el planteamiento trasnochado y cutre de la explotación de animales 'salvajes' a los que les ha caído encima la peor pesadilla que pudieran imaginar. La jaula les producen estereotipias, que son síntomas de enajenación, transformados en movimientos sin sentido, que se repiten una y otra vez, causados por el encierro y la frustración.
Las instalaciones son pequeñas e inadecuadas, en las que buena parte de las veces viven entre sus propios excrementos y en las que la tenencia de una cría se convierte en la locura por recuperar la libertad.
Digamos 'no' de una vez a las jaulas de la demencia.
Todos nos hemos dejado derretir en alguna ocasión ante el escaparate por algún cachorrillo de perro, por un racimo de hámsteres, una manifestación de idílicos patitos o un coro de periquitos trapecistas, todos ellos en su trena, cumpliendo cadena perpetua de fábrica, que debe ser la que más promueve la locura.
Y es que ese modelo trasnochado de animales en cautividad debería ser de una buena vez deslegitimado a todos los niveles, del que el más claro exponente es el circo.
Al día de hoy, existen miles de espectáculos que con la base de planteamientos circenses no utilizan animales en cautividad para sorprender al público, pero desgraciadamente sobreviven muchos más con el planteamiento trasnochado y cutre de la explotación de animales 'salvajes' a los que les ha caído encima la peor pesadilla que pudieran imaginar. La jaula les producen estereotipias, que son síntomas de enajenación, transformados en movimientos sin sentido, que se repiten una y otra vez, causados por el encierro y la frustración.
Las instalaciones son pequeñas e inadecuadas, en las que buena parte de las veces viven entre sus propios excrementos y en las que la tenencia de una cría se convierte en la locura por recuperar la libertad.
Digamos 'no' de una vez a las jaulas de la demencia.
Jesús Cifuentes -el norte de castilla-
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