Son las horas que son y estoy de vuelta a casa después de haber asistido con unos colegas al concierto de Pereza en el Teatro Calderón. Después del concierto, y dada la escasa tradición roquera del Calderón, los colegas (y todo el mundo) lo que necesitamos es un paréntesis para tomar una caña.
Cuánta gente de ayer y hoy anda por las calles... El caso es, que después de saludar a Rubén y a Leyva sin hacer mucho ruido -ya se quedan ellos con las aristas de la distorsión-, nos vamos a seguir refrescándonos, entre la refriega de las fotos, saludos a programadores municipales y 'junteros' a los que la pregunta de «¿Dónde hay que echar la instancia para poder tocar aquí?», la respuesta es señalarse el uno al otro diciendo: «Habla con él». Desde luego hablaré con los dos, porque ante el horizonte de desierto que nos brindan, yo siempre ofrezco regadío. Pero bueno. Esa es otra historia.
La cuestión es que ya son las horas que son y yo mañana me voy a las 7.20 de la mañana a tocar a Las Palmas de Gran Canaria. Tengo la columna sin escribir y no quiero seguir dando la turra a mis compañeros de El Norte con mi ancestral costumbre de mandarles mis elucubraciones a menos cinco.
Me pongo a fisgar la prensa digital (sin haber hecho la maleta, sin los aparatos preparados que me tengo que llevar dentro de un rato, todos amontonados a la puerta de casa..) y, además de todo el marrón que tienen los del Gürtel y la pantomima Obama-Zapatero, me encuentro con la crónica ya subida en Internet de mi compañero Roberto Terne, crítico musical de este periódico del que me considero amigo, ostentosamente escrita cuando yo todavía estoy en ciernes de lo que quizá vaya a escribir.
Joder, Roberto. Incluso has tenido la desfachatez de ofrecer ornamentos literarios acerca del concierto cuando yo estoy aquí, en gallumbos, sin saber exactamente de qué escribir. Eso, además de envidia (sana) me provoca unas ganas enormes de que nos vayamos de cena y me cuentes los secretos de tu magia, porque la mía ya sabes que carece de ellos. Es una magia común, transparente y a veces turbia, de la que los lectores nunca se preguntan el origen. Ahora me voy a Canarias, pero en cuanto vuelva, voy a entrevistar a ese tipo que siempre me entrevista a mí y ya les contaré lo que me interese contarles.
Cuánta gente de ayer y hoy anda por las calles... El caso es, que después de saludar a Rubén y a Leyva sin hacer mucho ruido -ya se quedan ellos con las aristas de la distorsión-, nos vamos a seguir refrescándonos, entre la refriega de las fotos, saludos a programadores municipales y 'junteros' a los que la pregunta de «¿Dónde hay que echar la instancia para poder tocar aquí?», la respuesta es señalarse el uno al otro diciendo: «Habla con él». Desde luego hablaré con los dos, porque ante el horizonte de desierto que nos brindan, yo siempre ofrezco regadío. Pero bueno. Esa es otra historia.
La cuestión es que ya son las horas que son y yo mañana me voy a las 7.20 de la mañana a tocar a Las Palmas de Gran Canaria. Tengo la columna sin escribir y no quiero seguir dando la turra a mis compañeros de El Norte con mi ancestral costumbre de mandarles mis elucubraciones a menos cinco.
Me pongo a fisgar la prensa digital (sin haber hecho la maleta, sin los aparatos preparados que me tengo que llevar dentro de un rato, todos amontonados a la puerta de casa..) y, además de todo el marrón que tienen los del Gürtel y la pantomima Obama-Zapatero, me encuentro con la crónica ya subida en Internet de mi compañero Roberto Terne, crítico musical de este periódico del que me considero amigo, ostentosamente escrita cuando yo todavía estoy en ciernes de lo que quizá vaya a escribir.
Joder, Roberto. Incluso has tenido la desfachatez de ofrecer ornamentos literarios acerca del concierto cuando yo estoy aquí, en gallumbos, sin saber exactamente de qué escribir. Eso, además de envidia (sana) me provoca unas ganas enormes de que nos vayamos de cena y me cuentes los secretos de tu magia, porque la mía ya sabes que carece de ellos. Es una magia común, transparente y a veces turbia, de la que los lectores nunca se preguntan el origen. Ahora me voy a Canarias, pero en cuanto vuelva, voy a entrevistar a ese tipo que siempre me entrevista a mí y ya les contaré lo que me interese contarles.
Jesús Cifuentes - el norte de castilla-
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