Desde que la era digital ha entrado en nuestro mundo cotidiano, unida a ese ojo que todo lo ve que es una videocámara grabándolo todo constantemente, la vida de todos se ha convertido en otra cosa más pública, más vulnerable, y por consiguiente más enjuiciable. Eso de «Que tire la primera piedra quien esté libre de pecado» se ha transformado de forma ostensible, porque cuando Jesucristo dijo la frasecita, aun podía pasar que alguien con el pecado al cuello, a pesar de todo se atreviera a tirar la bendita piedra, no habiendo pruebas acusatorias que demostraran lo contrario acerca de su presunción de inocencia. En aquellos tiempos el mundo Fabra o Camps podría tirar piedras porque quien tiene querencia hacia la corruptela carece de escrúpulos a tirar piedras al mundo de lo ajeno, si con ello consiguen salvar su cuello. Pero, velay, que las cosas han cambiado, y ahora tirar piedras sin una pureza inmaculada es algo que hay que pensar dos veces.
Volvemos a una noticia de septiembre en la que se contaba cómo en Inglaterra habían sustraído unos discos duros en los que se encontraban todos los datos bancarios y de identidad de 25.000 personas, con lo que eso puede generar en el entorno del fraude y el tocomocho. Pues bien, ahora se desvela que aquellos datos eran del entorno militar y familia, pero que además también contenían información de 500 altos cargos de la Royal Air Force (RAF) en los que había «delicados detalles de su vida privada, desde si son asiduos a las prostitutas y cuestiones de infidelidad en la pareja que incluyen nombres de amantes, hasta si tienen problemas médicos o de drogas». Al parecer, este tipo de datos se recopila dada la importancia y la responsabilidad de los sujetos en cuestión, que además cada período determinado han de ser renovados en su cargo. La madre del cordero es cómo se recopila esta información. Se supone que para tenerla han de poner un espía en la vida de cada uno de estos corderos, sin que ellos lo sepan, o a pesar de que lo sepan, piensan que pueden seguir tirando la primera piedra, no sé.
La cuestión colateral que se plantea uno es qué pasaría si esta práctica fuera general en todos los entornos sociales, en todos los países del mundo, y fuera expuesta a la luz pública de la misma forma que se publican las cotizaciones en bolsa o los resultados de la lotería.
Volvemos a una noticia de septiembre en la que se contaba cómo en Inglaterra habían sustraído unos discos duros en los que se encontraban todos los datos bancarios y de identidad de 25.000 personas, con lo que eso puede generar en el entorno del fraude y el tocomocho. Pues bien, ahora se desvela que aquellos datos eran del entorno militar y familia, pero que además también contenían información de 500 altos cargos de la Royal Air Force (RAF) en los que había «delicados detalles de su vida privada, desde si son asiduos a las prostitutas y cuestiones de infidelidad en la pareja que incluyen nombres de amantes, hasta si tienen problemas médicos o de drogas». Al parecer, este tipo de datos se recopila dada la importancia y la responsabilidad de los sujetos en cuestión, que además cada período determinado han de ser renovados en su cargo. La madre del cordero es cómo se recopila esta información. Se supone que para tenerla han de poner un espía en la vida de cada uno de estos corderos, sin que ellos lo sepan, o a pesar de que lo sepan, piensan que pueden seguir tirando la primera piedra, no sé.
La cuestión colateral que se plantea uno es qué pasaría si esta práctica fuera general en todos los entornos sociales, en todos los países del mundo, y fuera expuesta a la luz pública de la misma forma que se publican las cotizaciones en bolsa o los resultados de la lotería.
Jesús Cifuentes - El Norte de Castilla-
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