El ex presidente José María Aznar parece tener desde su jubilación una incontinencia verbal sobradamente demostrada. La semana pasada estuvo firmando su última receta, titulada 'España puede salir de la crisis', momento registrado en prensa por galerías fotográficas que le muestran de un moreno superior al de Julio Iglesias, con una camisa blanca remangada y escudado por un cocacoloncio enorme de hielos. Y es que no me extraña que necesite bien de hielo para aclarar una garganta de la que salen tantos gallitos y tanto 'poliglotismo' ridículo (parece que lo estoy escuchando hablar su inglés tejano absurdo). El hombre se ve que ha sabido cómo encauzar su jubilación, a base de verborrea, aunque sea para graznar contra sus propios compañeros de partido.
No voy a hablarles de sus libros, pero sólo por los títulos -'Ocho años de Gobierno', 'Retratos y perfiles', 'Cartas a un joven español' y el actual 'España puede salir de la crisis'- parece recuperar el más puro tono épico de Roberto Alcázar y Pedrín. Hay una foto de la firma en la que se describe a su público. Con el alcalde de Valladolid en su flanco derecho, Aznar con los labios apretados como quien tira un beso al aire, pelucón y rotulador en ristre, dirige la mirada a una señora rubia de unos setenta años con un chaleco del que en su pectoral derecho cuelga una medalla que pende de una bandera de España, una medalla tipo condecoración que luce la señora, vaya usted a saber si quizá viuda de un general antiguo de los de bigote fino.
Y es que su 'aznarvisión' se resume en «ya lo decía yo», «si hubierais hecho esto como dije yo...» o «esto conmigo (como con Franco) no pasaba». Es sabido que el cementerio está lleno de gente imprescindible, pero parece un tanto ostentoso creerse en vida que así lo es, y ése es el papel en el que este señor se ve a sus anchas, con su moreno suavizado a la sombra de las corruptelas que ahora se empiezan a juzgar en los tribunales, de las que este 'caballero español' se desentiende y cepilla como la caspa que se quita de un hombro. Parece que el tiempo borra las responsabilidades y afila el cuchillo de quienes se creen su propia mentira, la que les libera de un oscuro pasado en el que la vara de mando era la varita mágica de hacer desaparecer sus propios marrones.
No voy a hablarles de sus libros, pero sólo por los títulos -'Ocho años de Gobierno', 'Retratos y perfiles', 'Cartas a un joven español' y el actual 'España puede salir de la crisis'- parece recuperar el más puro tono épico de Roberto Alcázar y Pedrín. Hay una foto de la firma en la que se describe a su público. Con el alcalde de Valladolid en su flanco derecho, Aznar con los labios apretados como quien tira un beso al aire, pelucón y rotulador en ristre, dirige la mirada a una señora rubia de unos setenta años con un chaleco del que en su pectoral derecho cuelga una medalla que pende de una bandera de España, una medalla tipo condecoración que luce la señora, vaya usted a saber si quizá viuda de un general antiguo de los de bigote fino.
Y es que su 'aznarvisión' se resume en «ya lo decía yo», «si hubierais hecho esto como dije yo...» o «esto conmigo (como con Franco) no pasaba». Es sabido que el cementerio está lleno de gente imprescindible, pero parece un tanto ostentoso creerse en vida que así lo es, y ése es el papel en el que este señor se ve a sus anchas, con su moreno suavizado a la sombra de las corruptelas que ahora se empiezan a juzgar en los tribunales, de las que este 'caballero español' se desentiende y cepilla como la caspa que se quita de un hombro. Parece que el tiempo borra las responsabilidades y afila el cuchillo de quienes se creen su propia mentira, la que les libera de un oscuro pasado en el que la vara de mando era la varita mágica de hacer desaparecer sus propios marrones.
Jesús Cifuentes - El Norte de Castilla
No hay comentarios:
Publicar un comentario