Siempre me han apasionado los atracos, por supuesto los de guante blanco y sin daños a las personas. Porque el 'daño' a los bancos no recala en los ciudadanos ahorradores, sino en la banca voraz que siempre gana. Creo que de manera oculta o abiertamente, el común de los mortales adora a esos superhéroes que son capaces de dar el golpe sin dejar lesiones ni rastros.
Hay que tener huevos para arriesgar a una carta esa acción que te puede cambiar de vida de forma tan radical que te puede llevar a pasarte la vida a la sombra de una palmera tomando daiquiris, o a la otra sombra de las prisiones. No habiendo sangre, para mí son los auténticos toreros del siglo XXI, seres humanos que hacen de los bajos fondos un alarde creativo que los coloca en la clase bussines de la vida, y para más coña, arropados por esa banca negra de los paraísos fiscales, que los esperan con más ceremonia que Pepe Isbert en 'Bienvenido Mr Marshall'.
Ayer unos de esos toreros de la banca dieron un golpe en Torrejón de Velasco, pero a todas luces eran inexpertos, aunque con suerte infinita. El caso es que trincaron la pasta gansa pero en la huida la iban perdiendo. O el amasijo de billetes se les desbordaba del saco o éste tenía un agujero, pero el reguero lo iban dejando a su huida. Quizá no esté bien visto lo que voy a escribir, pero desde aquí les deseo que a la llegada de su guarida al menos les quedase algo para pasar el mes, que ya sabemos todos cómo está el panorama con esto de la crisis.
Lo que más me mola es que mejor vehículo de fuga no pudieron haber elegido: ¡un coche de la policía local! Me pregunto cuál de las partes de este robo es la más complicada, porque afanar un coche de la policía sin que te trinquen acto seguido desmiente ese dicho por el cual 'la policía no es tonta'.
Compadezco a la patrulla a la que le quitaron el coche. ¿Estarían quizá tomando una caña? ¿Estarían rondando a una dulce manceba? ¿Estarían preparando el temario de unas oposiciones a notarías? Seguro que ninguna de estas preguntas coincide con la realidad, pero uno se pregunta ¿entonces dónde estarían? El director del banco robado dice que «ha vuelto sudando, tembloroso y, sobre todo, muy cabreado». No te jode.
Hay que tener huevos para arriesgar a una carta esa acción que te puede cambiar de vida de forma tan radical que te puede llevar a pasarte la vida a la sombra de una palmera tomando daiquiris, o a la otra sombra de las prisiones. No habiendo sangre, para mí son los auténticos toreros del siglo XXI, seres humanos que hacen de los bajos fondos un alarde creativo que los coloca en la clase bussines de la vida, y para más coña, arropados por esa banca negra de los paraísos fiscales, que los esperan con más ceremonia que Pepe Isbert en 'Bienvenido Mr Marshall'.
Ayer unos de esos toreros de la banca dieron un golpe en Torrejón de Velasco, pero a todas luces eran inexpertos, aunque con suerte infinita. El caso es que trincaron la pasta gansa pero en la huida la iban perdiendo. O el amasijo de billetes se les desbordaba del saco o éste tenía un agujero, pero el reguero lo iban dejando a su huida. Quizá no esté bien visto lo que voy a escribir, pero desde aquí les deseo que a la llegada de su guarida al menos les quedase algo para pasar el mes, que ya sabemos todos cómo está el panorama con esto de la crisis.
Lo que más me mola es que mejor vehículo de fuga no pudieron haber elegido: ¡un coche de la policía local! Me pregunto cuál de las partes de este robo es la más complicada, porque afanar un coche de la policía sin que te trinquen acto seguido desmiente ese dicho por el cual 'la policía no es tonta'.
Compadezco a la patrulla a la que le quitaron el coche. ¿Estarían quizá tomando una caña? ¿Estarían rondando a una dulce manceba? ¿Estarían preparando el temario de unas oposiciones a notarías? Seguro que ninguna de estas preguntas coincide con la realidad, pero uno se pregunta ¿entonces dónde estarían? El director del banco robado dice que «ha vuelto sudando, tembloroso y, sobre todo, muy cabreado». No te jode.
Jesús Cifuentes - El norte de Castilla