Hace ya años que la decadencia del concepto “obrero, sindicato y reivindicación” ha perdido la batalla frente a la lucha de clases, tan “histórica”, tan como lo que es para un chaval de 15 años la idea de franquismo, o como lo es para uno de cinco el concepto “peseta”.
Y lo digo con una tristeza interior como la de un anciano que ve la vida desde la lejanía, o la cercanía del final inminente.
Las cosas no deberían ser así. La realidad no debería haberme empujado a verlas con la lejanía de un anciano, con el valor de una batalla perdida. Porque la realidad por la que el movimiento obrero ha luchado décadas no se ha transformado de forma universal en una bondadosa situación que describa el modelo de producción ni las relaciones con la patronal.
Supongo que se ha mordido el anzuelo del cansancio, de las migajas y de los estómagos agradecidos; pero sin tener ningún respeto por los que sí han querido mantener la lucha y la decencia de unas convicciones ideológicas que el consumismo y el falso desarrollo han tirado por tierra, bajo la sonrisa envenenada de los que tienen el poder económico, que ven cómo un simple maquillaje y unas nuevas estrategias de rompe y rasga con la antigua ideología han tirado por tierra años de lucha y han hecho del entorno de los sindicatos una pieza más en la maquinaria de la confabulación económica que permite la permanencia constante de la injusticia y la explotación.
Porque si buscamos una constante en esta historia de las relaciones laborales, la única que permanece de forma incólume a pesar de sus distintos disfraces, es la injusticia y la explotación. Vivimos en un país en que la explotación en los estratos más bajos del sistema de producción son un delirio que guarda paralelismos directos con los comienzos miserables de la era industrial, tanto en el entorno nacional como en de la población inmigrante. También sucede en los estratos medios y medio-altos, pero ahí las tragaderas y la compostura hacen más lubricada la explotación.
El caso es que no debemos llevarnos a engaño. El silencio que se escucha en este desierto ideológico es el eco de la victoria de esa manada de buitres que controlan la economía y poseen de la “a” a la “z” la estrategia para que ellos derrochen mientras el mundo se aprieta el cinturón, y que con una estudiada política de acoso, derribo y silencio, nos han hecho creer que “por fin ya todos somos burgueses”.
Si se dan cuenta, en estos últimos días los miembros del ex gobierno reproducen fielmente ese patrón por el cual, su abandono de la política se convierte en el abrazo de una multinacional. Eso es servir a la sociedad.
Publicado por Cifu en "El Norte de Castilla" el 2-05-2008
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