No dejamos de repetir patrones de los que giran en torno al ombligo de cada interesado. Los ombligos parecen ser el reflejo de la egolatría de cada ser y de cada mundo y además son unos tiranos absolutos, que solo pretenden engullir todo aquello que los rodea en un intento mágico de convertirse en algo superior.Los ombligos del mundo son superiores individualmente frente a cualquier otro ombligo. De hecho, un ombligo dado está incapacitado para ver en otro a uno de su especie, sino que solo ve en el otro algo que fagocitar, un posible y futuro combustible. Esto no es que los ombligos sean seres ciegos, sino que su propia evolución e instinto de supervivencia ha hecho que estos seres tengan esa deformación para poder sobrevivir, porque de lo contrario, si se les aplicase una lógica humana, acabarían pasando de una estupenda depresión a un estimulante suicidio.Acabo de comprobar además de forma empírica cómo es que esto sucede, según les escribo esto, desde mi furgoneta situada frente a la playa de San Vicente de la Barquera. Estoy sin mi consuetudinario cigarrillo inspirador, y me acerco a otro visitante anónimo que llega en su furgoneta. Cuando me decido por fin a pedirle un cigarrillo, dado que veo que es fumador, me dice impasible y sin mirarme que “no tiene”, acompañado de un insultante “mala suerte”.Esa es la naturaleza del ombligo genuino. Solo se ve a sí mismo en la humanidad como objeto de placer y bondad, desde una ceguera que bordea o circunvala la locura.Supongo que esto es algo parecido a lo que vendría a denominarse “una buena filosofía de empresa”. Leo hoy en la prensa con asombro (o no) cómo el presidente de la patronal CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, pide impunemente al Gobierno que no cumpla sus promesas electorales de subir el salario mínimo interprofesional en esta legislatura, que pretende ascender de los rastreros 600€ a los 800€ al final de la legislatura, lo cual no deja de ser un reparto de migajas del pastel que, crisis económica aparte, no deja de regalar pingües beneficios a la patronal empresarial de forma genérica. Así observamos que el mundo empresarial no deja sistemáticamente de alimentar a su ombligo aunque sea a costa de dejar exhaustas las arcas de la humanidad que muere a diario frente a la queja constante de los ricos, que siempre van a querer más de forma constante con una necesidad patológica por aumentar de un año a otro sus balances. Si el crecimiento es una constante que se mantiene, si se gana lo justo para sobrevivir con dignidad, estamos presenciando un fracaso, un desastre, el salto de todas las alarmas, porque el ombligo es insaciable, es un depredador (asesino) sin saberlo.Por cierto, al final apareció el paquete de cigarrillos.
Publicado por Cifu en "El Norte de Castilla" el 25-04-2008