Dentro del imaginario del absurdo está el territorio por el que los políticos de todo pelaje se pasean, retozan, sonríen y dan la mano a cualquier desconocido, con el mismo ánimo con el que la zorra mira a las gallinas en el corral. Y es que no hay época más divertida que la de la campaña electoral para observar cómo esos seres ávidos por el olimpo del congreso venden a su madre a cambio de votos. Quizá sea por eso, por la avidez tan incontinente por la que se encuentren propensos a prometer lo inalcanzable, a intentar comprar el voto al electorado a cambio de dinero, o sencillamente a decir sandeces.
Este último es el caso de D. Mariano Rajoy, que parece ser que tiene un curioso concepto de la “integración”, en esta batalla electoral tan llena de inmigrantes que aún no se han convertido en un grupo de población interesante para ser agasajados a cambio del voto, dadas las férreas y oscuras entrañas de la burocracia administrativa que tantos obstáculos pone a los venidos de otras fronteras para obtener un triste permiso de residencia.
Según el diccionario de la RALE, integrar en su primera acepción significa “constituir las partes un todo”, y la que nos interesa más a nivel humano es la de “incorporarse, unirse a un grupo para formar parte de él”. Entiendo que un modelo de integración que sea igualitario no mantiene diferencias ni prebendas de unos ciudadanos sobre otros, porque si este fuera el caso, difícilmente las partes formarían un todo. Si acaso formarían una masa con intereses antepuestos, que quizá generarían incluso la violencia entre los mismos.Parece ser que es este el modelo que propone Rajoy, en su propuesta de “integración” por la que los inmigrantes deberán firmar un contrato en el que se comprometen a "cumplir las leyes, aprender la lengua y a respetar sus costumbres"
Los que vienen se entiende que se rigen sencillamente por la misma ley que nos gobierna a todos, aunque todos sabemos que en muchas ocasiones a los extranjeros se les aplica con distinto rasero, porque hoy por hoy, no nos engañemos, no se les abre los brazos de forma mayoritaria, cuando la realidad es que están haciéndose cargo de los trabajos que los nacionales no queremos.
La guinda la pone el secretario de economía y empleo del PP Arias Cañete lamentado la situación actual del sector servicios, donde en su opinión ya no existe una mano de obra "tan cualificada" como antes. "Aquellos camareros maravillosos que teníamos, que le pedíamos uno cortado, un nosequé, mi tostada con crema, la mía con manteca colorada, cerdo, y a mí uno de boquerones en vinagre y venían y te lo traían rápidamente y con una enorme eficacia". Algún día los políticos vendrán mendigando el voto extranjero cuando ya sean ciudadanos de primera.
Publicado por Cifu en "El Norte de Castilla" el 8 de Febrero de 2008
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