No era la primera vez que el rock and roll sonaba dentro de la cárcel de Valladolid. Pero ayer las letras y las voces tenían otro ritmo, ya que el grupo Celtas Cortos aceptó la invitación para subir hasta Villanubla y desde el escenario de uno de los módulos animar a aquellos cuyas penas seguirán por dentro esta navidad.
Sus 'teloneros', Los incompetentes, el grupo musical formado hace dos años por presos cuyo amor por la música supera cualquier acto delictivo, fueron en realidad los verdaderos protagonistas. Hasta tal punto que el manager de Los Celtas, Eduardo Pérez, reconocía que tendrían éxito si algún día, cuando salgan, deciden dar el salto a la 'otra fama'.
No estuvieron los 533 presos con que cuenta la cárcel inaugurada en 1985 por el ministro Fernando Ledesma, pero sí unos 200 que pensaron que los estribillos que sonaron de Estopa, Los secretos, o los propios Celtas Cortos les harían 'evadirse' temporalmente.
La amistad que une a uno de los integrantes del grupo vallisoletano, que este año ha resurgido vendiendo 30.000 copias de su nuevo disco, con Ángel, uno de los educadores de la prisión, sirvió para sacar adelante el acto.
Óscar, Goyo y Alberto (se echó de menos al 'líder', Jesús Cifuentes que estaba fuera de Valladolid), acompañaron con sus voces y guitarras a Los incompetentes, formados por ocho miembros, dos de ellos mujeres.
Cuando alguien cruza los fríos corredores de la prisión, con una sentencia para dejar bajo la almohada, no gusta que le pregunten qué es lo que hizo, y por qué está allí. Muchos saben que el consumo y tráfico de estupefacientes están detrás de la mayoría de estas privaciones de libertad.
Descubrir qué es lo que un recluso puede hacer diferente en un recinto en donde hay todo el tiempo del mundo, es lo que ha logrado Ángel, al que el director de Villanubla, Carlos Blanco, y la nueva subdirectora de Tratamiento, Nuria, reconocían el mérito del concierto de Navidad de ayer.
«De incompetentes nada. Uno de ellos, el inglés, es un profesional de la música. Ha tocado incluso con Paul Simon. No desafinan para nada y espero que alguna vez pueda entrar una televisión para grabarles», dice Eduardo, representante artístico del grupo vallisoletano.
Mientras los niños de San Ildefonso dejaban a coro los millones del Gordo en Soria, los presos acompañaban con palmas 'Partiendo la pana', de los chicos de Cornellá.
El violín, la flauta irlandesa y el bajo de los Celtas sonaron entre rejas con 'Retales de una vida' y 'La senda del tiempo'.
Fue más de una hora de libertad musical vigilada. Y con un deseo: que la Junta autorice la frecuencia para que se pueda instalar una emisora de radio dentro del recinto penitenciario, como ya tienen en la prisión palentina de Dueñas o la leonesa de Mansilla.
Sus 'teloneros', Los incompetentes, el grupo musical formado hace dos años por presos cuyo amor por la música supera cualquier acto delictivo, fueron en realidad los verdaderos protagonistas. Hasta tal punto que el manager de Los Celtas, Eduardo Pérez, reconocía que tendrían éxito si algún día, cuando salgan, deciden dar el salto a la 'otra fama'.
No estuvieron los 533 presos con que cuenta la cárcel inaugurada en 1985 por el ministro Fernando Ledesma, pero sí unos 200 que pensaron que los estribillos que sonaron de Estopa, Los secretos, o los propios Celtas Cortos les harían 'evadirse' temporalmente.
La amistad que une a uno de los integrantes del grupo vallisoletano, que este año ha resurgido vendiendo 30.000 copias de su nuevo disco, con Ángel, uno de los educadores de la prisión, sirvió para sacar adelante el acto.
Óscar, Goyo y Alberto (se echó de menos al 'líder', Jesús Cifuentes que estaba fuera de Valladolid), acompañaron con sus voces y guitarras a Los incompetentes, formados por ocho miembros, dos de ellos mujeres.
Cuando alguien cruza los fríos corredores de la prisión, con una sentencia para dejar bajo la almohada, no gusta que le pregunten qué es lo que hizo, y por qué está allí. Muchos saben que el consumo y tráfico de estupefacientes están detrás de la mayoría de estas privaciones de libertad.
Descubrir qué es lo que un recluso puede hacer diferente en un recinto en donde hay todo el tiempo del mundo, es lo que ha logrado Ángel, al que el director de Villanubla, Carlos Blanco, y la nueva subdirectora de Tratamiento, Nuria, reconocían el mérito del concierto de Navidad de ayer.
«De incompetentes nada. Uno de ellos, el inglés, es un profesional de la música. Ha tocado incluso con Paul Simon. No desafinan para nada y espero que alguna vez pueda entrar una televisión para grabarles», dice Eduardo, representante artístico del grupo vallisoletano.
Mientras los niños de San Ildefonso dejaban a coro los millones del Gordo en Soria, los presos acompañaban con palmas 'Partiendo la pana', de los chicos de Cornellá.
El violín, la flauta irlandesa y el bajo de los Celtas sonaron entre rejas con 'Retales de una vida' y 'La senda del tiempo'.
Fue más de una hora de libertad musical vigilada. Y con un deseo: que la Junta autorice la frecuencia para que se pueda instalar una emisora de radio dentro del recinto penitenciario, como ya tienen en la prisión palentina de Dueñas o la leonesa de Mansilla.
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