martes, 9 de febrero de 2010

John Felipe (CIFU)

E n la foto de los diarios veo la despedida de los compañeros de John Felipe Romero Meneses, soldado del Ejército español de origen colombiano muerto por un atentado en Afganistán, otro más a añadir en la larga lista que pronto llegará a la centena de los soldados muertos en ese territorio ocupado entre otras, con nuestra absurda presencia militar. Y en la foto, reflejo del azar o de la sabiduría, está el resumen de lo absurdo. El primer absurdo es que esté protagonizada por un ataúd que se lleva de viaje a un joven que no merece tan temprano ese absurdo transporte. Por encima del ataúd, está el mantel de la bandera de España, que ni siquiera es la de su país (John era colombiano), y por los cuatro costados, eso sí, se encuentra el apoyo de sus compañeros que sostienen el féretro, de los cuales a quien veo en primer término es a un chico latino del que desconozco la nacionalidad. Por lo que sé, casi la mitad de los muertos que tiene el Ejército en ese territorio pertenecen a gente latinoamericana. Gente que vio abiertas las puertas de la incorporación al Ejército en la gloriosa época de Trillo como ministro de Defensa del PP, cuando lo del Yak-42, como zanahoria que incentivaba la adquisición de la nacionalidad española, y de los que el tanto por ciento de bajas hace sospechoso que nuestro Eejército sólo pueda tener un 6,7% de extranjeros. ¿Es de nuevo la ley de Murphi?, ¿lo dejamos en el territorio de la casualidad, o la memoria nos lleva al Vietnam de soldados negros?
El siguiente absurdo de la foto lo ofrece la ministra de Defensa, que aparece al fondo de la foto desenfocada, pero perfectamente reconocible, como una metáfora de la ambivalencia de la madre patria: estoy, pero no estoy; o mejor, estoy pero no soy. «Creemos que es un poco injusto que si a los seis años no han conseguido la nacionalidad española se les expulse del Ejército, porque a las misiones en las que mueren van como uno más». Esto es lo que dice la Asociación Unificada de Militares Españoles. Y es que, a todas luces, el trato que reciben estos supervivientes no es de ley. Y ya, para cerrar, está en la foto la imagen de otro chavalito en posición de firmes, a la derecha del ataúd, con su arma apuntando al suelo, con el aspecto y la barba de ser bajista en un grupo indie, pero con ese traje inconfundible de camuflaje que los convierte a todos en legionarios de lo absurdo.
Todos los ingredientes de esta foto guardan entre sí el equilibrio del desequilibrio con que la balanza de los despropósitos echa leña al fuego de lo irracional, del llanto absurdo y de la pérdida definitiva. El latino, la ministra desenfocada y el soldado indie configuran el grito no escuchado de que las tropas españolas salgan de Afganistán.

Jesús Cifuentes - el norte de castilla-

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